"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

martes, 8 de septiembre de 2015

PÁRRAFOS ESCOGIDOS (VIII): "LEJOS DE ÁFRICA" ("OUT OF AFRICA") DE ISAK DINESEN (KAREN BLIXEN).

"Desde los Bosques y las Tierras Altas, venimos, venimos."
Isak Dinesen, Out of Africa.







"Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong". Con esta sugerente frase da comienzo una de las obras literarias más conocidas acerca del continente africano, "Out of Africa" ("Lejos de África"), publicada en 1937, y más conocida en España con el título de "Memorias de África". Su autora, la baronesa Karen Blixen (nacida en Dinamarca y de apellido Dinesen, de soltera), escribía siempre con el pseudónimo de "Isak Dinesen". En 1985, el Director de cine Sidney Pollack, estrenó película acerca de la historia de esta escritora en Nairobi (Kenya), y sus vicisitudes, que acabaron siendo un completo desastre económico, con la plantación de café. La excesiva altitud del terreno para el cultivo cafetero hacía que aquel lugar donde tenía la granja (la finca se llamaba MBagathi y fue comprada con dinero de la familia materna de Karen), Ngong, no fuera el idóneo para ese tipo de cultivo. Karen estuvo allí 17 años. Curiosamente, sus memorias escritas, "Out of Africa", difieren de la historia narrada en la película de Pollack: su marido, el barón Bror Blixen-Finecke, no aparece en ningún párrafo del libro, ni se hace mención alguna a los problemas de salud graves que arrastró Karen, provocados por el contagio de sífilis por su marido. También difiere, bastante, la relación con su amigo Denys Finch-Hatton. En la película de S. Pollack, claramente aparecen como amantes. Sin embargo, en el libro, no pasa de una excelente relación de amistad, nada más eso. Pollack tuvo que basarse en varias biografías acerca de la escritora, además de sus propias memorias, para la redacción del guión de la película. Ésta, con una banda sonora maravillosa y ese comienzo con la imagen del tren recorriendo con muchísima velocidad y fuerza la sabana africana (por momentos, nos recuerda a la original pintura de Turner "Lluvia, vapor y velocidad"), resulta un tanto ñoña y quizás excesivamente romántica, en comparación con el libro de Karen. De sus Memorias de África, escritas desde la lejanía y el frío clima de Dinamarca, queda en la retina del lector un profundo amor y respeto por el continente africano y sus nativos. Karen narra, con finos detalles, su relación con sus vecinos kikuyus, los masai y los somalíes, cuyas reservas estaban situadas entonces en los alrededores de su granja. De ese tremendo choque cultural, aprendió muchísimo la escritora danesa y supo trasladárselo al lector, contagíandole la profunda convicción de que tanto la sabiduría, como las costumbres ancestrales de los nativos a los que ella trató a lo largo de esos diecisiete dichosos años, son una fuente de conocimiento y cultura tan válida y exacta como la que posee el "hombre blanco".


















-MEMORIAS DE ÁFRICA (OUT OF AFRICA)-
I. KAMANTE Y "LULÚ": 1. La granja de Ngong:





"Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong. El ecuador atravesaba aquellas tierras altas a un centenar de millas al norte, y la granja se asentaba a una altura de unos seis mil pies. Durante el día te sentías a una gran altitud, cerca del sol, las primeras horas de la mañana y las tardes eran límpidas y sosegadas, y las noches frías.
La situación geográfica y la altitud se combinaban para formar un paisaje único en el mundo. No era ni excesivo ni opulento; era el África destilada a seis mil pies de altura, como la intensa y refinada esencia de un continente. Los colores eran secos y quemados, como los colores en cerámica. Los árboles tenían un follaje luminoso y delicado, de estructura diferente a la de los árboles de Europa; no crecían en arco ni en cúpula, sino en capas horizontales, y su forma daba a los altos árboles solitarios un parecido con las palmeras, o un aire romántico y heroico, como barcos aparejados con las velas cargadas, y los linderos del bosque tenían una extraña apariencia, como si el bosque entero vibrase ligeramente. Las desnudas y retorcidas acacias crecían aquí y allá entre la hierba de las grandes praderas, y la hierba tenía un aroma como de tomillo y arrayán de los pantanos; en algunos lugares el olor era tan fuerte que escocía las narices. Todas las flores que encontrabas en las praderas o entre las trepadoras y lianas de los bosques nativos eran diminutas, como flores de las dunas; tan sólo en el mismísimo principio de las grandes lluvias crecía un cierto número de grandes y pesados lirios muy olorosos. Las panorámicas eran inmensamente vacías. Todo lo que se veía estaba hecho para la grandeza, y poseía una inigualable nobleza.
La principal característica del paisaje y de tu vida en él era el aire. Al recordar una estancia en las tierras altas africanas te impresiona el sentimiento de haber vivido durante un tiempo en el aire. Lo habitual era que el cielo tuviera un color azul pálido o violeta, con una profusión de nubes poderosas, ingrávidas, siempre cambiantes, encumbradas y flotantes, pero también tenía un vigor azulado, y a corta distancia coloreaba con un azul intenso y freco las cadenas de colinas y los bosques. A mediodía el aire estaba vivo sobre la tierra, como una llama; centelleaba, se ondulaba y brillaba como agua fluyendo, reflejaba y duplicaba todos los objetos creando una gran Fata Morgana. Allí arriba respirabas a gusto y absorbías seguridad y ligereza de corazón. En las tierras altas te despertabas por la mañana y pensabas: "Estoy donde debo estar"."









 Una acacia, en Ngong, Nairobi (Kenia).








Karen Blixen, con uno de sus perros.




Con sus vecinos nativos.









Con su gran amigo, Denys  Finch-Hatton.





 La tumba de Karen Blixen, en Rungsted Kyst, Copenhague:









Fuentes:


 http://blixen.dk/

http://www.viajeros.com/articulos/544-karen-blixen-de-baronesa-a-granjera-africana 

 http://elpais.com/diario/2004/04/17/viajero/1082236094_850215.html

http://www.javiermarias.es/VIDASESCRITAS/dinesen.html