"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

jueves, 24 de septiembre de 2015

MITOLOGÍA GRIEGA Y ROMANA (I) : LA SIBILA DE CUMAS.


 «Elige», dice, «virgen Cumea, qué deseas. 
 De tus deseos serás dueña». Yo de polvo cogido

 le mostré un puñado: cuantos tuviera de cuerpos ese polvo,

 tantos cumpleaños a mí me alcanzaran, vana, le rogué.

 Se me pasó pedir jóvenes también en adelante esos años:

 éstos con todo él me los daba, y la eterna juventud, 
 si su Venus padecía. Despreciado el regalo de Febo
 célibe permanezco. Pero ya la más feliz edad
 sus espaldas me ha dado, y con tembloroso paso viene la enferma vejez,
 que de sufrir largo tiempo he. Pues ya, aunque para mí siete siglos
 han pasado, aun así resta, para que los números del polvo iguale, 
 trescientas mieses, trescientos mostos ver.
 Un tiempo habrá cuando, de tan gran cuerpo, a mí pequeña
 el largo día me hará, y mis miembros consumidos por la vejez
 se reduzcan a una mínima carga, y ni amada haber sido pareceré
 por un dios, ni haberle complacido: Febo también quizás, él mismo, 
 o no me conocerá o que me amó negará,
 hasta tal punto mutada se me llevará y para nadie visible,
 por mi voz, aun así, se me conocerá. La voz a mí los hados me dejarán»."

El peregrinaje de Eneas (IV) : la Sibila (101-153)METAMORFOSIS
OVIDIO (43 a.C. -17 d.C.).








La Sibila de Cumas, camino a Roma (Elihu Vedder, 1876).




"Las Sibilas eran vírgenes inspiradas que predecían lo futuro y pronunciaban oráculos. Los autores discrepan sobre su número, su nombre, su patria y su historia. Algunos fijan su número en tres, otros en cuatro y otros cuentan hasta diez.
La más conocida es, sin duda, la de Cumas. Apolo, que sentía por ella sincero afecto, prometióle acceder a uno de sus ruegos si cesaba de mostrarse indiferente. Deifobea, tal era su  nombre (otros la llamaban Herofila o Demofila), recogiendo un puñado de arena, pidióle poder vivir tantos años como gramos tenía en la mano. Su deseo le fue satisfecho, pero después ella se burló de Apolo que tan crédulo había sido y huyó. El dios a su vez se burló de ella porque habíase olvidado de pedirle la juventud al mismo tiempo que la longevidad. Pasados treinta o cuarenta años sintió ella debilitarse; a su fresca lozanía sucedió una espantosa demacración, la senilidad hizo sus pasos tardos, su voz se apagó y la existencia se le hizo una carga pesada.
Al llegar Eneas al Lacio fue a consultar a esta Sibila y ella fue la que le introdujo en los infiernos.
Siendo ya de edad muy avanzada, compuso y llevó misteriosamente a Roma, donde a aquella sazón gobernaba Tarquino el Soberbio, los libros poéticos llamados Sibilinos. Cubierta con un amplio velo, avanzó grave y con seguro pie hasta el palacio de Tarquino  y pidió que le fuese concedido poder hablar con él. Admitida a su presencia, muéstrale nueve manuscritos y le dice: "Príncipe, quiero cobrar trescientas monedas de oro por estas hojas en que se encierran los destinos de Roma". Tarquino sonríe al oir semejante proposición y no se digna contestar. Deifobea no se arredra por ello; arroja al fuego tres de sus manuscritos y añade: "Príncipe, no podréis pagar en lo que valen estos seis rollos: en ellos se hallan contenidos los destinos de Roma". A esta nueva súplica, Tarquino se encoge de hombros y trátala de extravagante. Deifobea no cambia de táctica, quema otros tres cuadernos y dice de nuevo al monarca: "Rey de los romanos, nunca se pagará bastante lo que queda de estos oráculos: pido que me paguéis por ellos trescientas monedas de oro". Tarquino, después de dudar un momento, muda de parecer, reúne a los grandes de su corte para consultarlos, entrega a la vieja Sibila la suma pedida y recibe los preciosos libros que constituían una recopilación de las predicciones hechas sobre los destinos del imperio romano. Desde entonces, nada que tuviera alguna importancia se emprendía en Roma sin consultarlos. En tiempo de guerra, sedición, peste o hambre, recurrían a los versos sibilinos, que quedaron constituídos en oráculo permanente, respetado e infalible. Para atender a la conservación de tales libros, se había establecido un colegio de sacerdotes llamados quindecenviros y sólamente ellos tenían derecho a interpretarlos."









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FUENTES:

- HUMBERT, JUAN: Mitología griega y romana. Editorial Gustavo Gili, S.A. Barcelona, 1958.

https://es.wikipedia.org/wiki/Sibila_de_Cumas

https://es.wikisource.org/wiki/Las_metamorfosis:_Libro_XIV

http://www.abc.es/hemeroteca/historico-26-12-2002/abc/Cultura/el-ultimo-secreto-de-la-sibila-cumana_152000.html

http://elpais.com/diario/2007/11/24/viajero/1195942095_850215.html