"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 18 de agosto de 2019

CAE LA NOCHE, EN ESTE CAMINAR LEJOS DEL BULLICIO.





El buho de Minerva inicia su vuelo al caer el crepúsculo.
J.G.F. Hegel. Prefacio a su Filosofía del Derecho, Berlín, 25 de Junio de 1820.

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sábado, 3 de agosto de 2019

LA MAGIA DE LA MÚSICA, SEGÚN LEOPOLD STOKOWSKI.


La música surge del corazón y vuelve a éste.
Leopold Stokowski.

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Traducida al español por el compositor y pianista gallego Antonio Iglesias Álvarez (Ourense, 1918-Madrid, 2011), en cuya nota de traductor éste dice -acerca de este libro- que "está dedicado a los aficionados a la música. Constituye un guía espléndido, lleno de claridad, para todo aquel que desee iniciarse en el bello camino musical, para el que quiera penetrar un poquito más y mejor en sus intrincados laberintos, para quien ávido de gozar más y más con el arte sublime de los sonitos, intente adentrarse con mayor conocimiento de causa en sus complejidades (...)", la obra ensayística  Música para todos nosotros, del gran director de orquesta británico Leopold Stokowski, constituye un gran clásico (quizás uno de los más interesantes, amenos y enriquecedores) de entre las obras literarias destinadas a introducir en el idioma universal,  que es la música,  a cualquier persona interesada en ella. Fue director, entre otras muchas, de la conocida Orquesta Filadelfia, con la que consiguió sus mayores logros y reconocimientos. Siendo director de ésta, fue cuando grabó la banda sonora de la película de Walt Disney Fantasía (estrenada el 13 de noviembre de 1940). Con Music for all us (título original), publicada en 1943, buscó el desarrollo de una cultura musical amplia y democrática ("así es como debe ser, porque la música habla a todo hombre, mujer o niño, elevado o humilde, rico o pobre, feliz o desdichado, que sea sensible a su profundo y poderoso mensaje"). El mágico poder de la música, con todo su magnífico potencial, puede llevarnos lejos, muy lejos, dentro de nosotros mismos, hacia un remoto lugar y estado donde se produce algo tan maravilloso como ansiado: ser testigos de cómo nuestra alma contesta y comprende el sentido y grandeza de la orquesta de la que, como seres humanos, formamos parte junto al resto de seres y cosas.








Leopold Anton Stanislaw Stokowski (1882-1977)






Sede de la Orquesta Filadelfia (Pensilvania, EE.UU.), desde 1900 a 2001.



Mickey Mouse como El Aprendiz de Brujo, en Fantasía.










LA MAGIA DE LA MÚSICA


Creo que la música puede ser una fuerza inspiradora en nuestras vidas; que la elocuencia y profundidad de su significado son de suma importancia y que toda consideración personal concerniente a los músicos y al público son relativamente insignificantes; que la música surge del corazón y vuelve a éste; que es de expresión espontánea e impulsiva; que su campo es ilimitado; que contínuamente se desarrolla; que la música puede ser un elemento que nos ayude a forjar un nuevo concepto de la vida, en el cual la locura y crueldad de las guerras serán sustituídas por una simple comprensión de la fraternidad humana.
La música puede ser todo para todos. Es como un gran sol dinámico, situado en el centro de un sistema solar, que envía sus rayos e inspiración en todas las direcciones de las tres dimensiones del espacio y de la cuarta del tiempo.
Todo cuanto sea grande, bello e inspirado en el pasado debe conservarse. A estas grandes riquezas culturales, que hemos heredado del pasado y de cualquier tierra del planeta, les debemos añadir constantemente nuevas cosas que sean grandes, bellas e inspiradas. De tal manera, el pasado se desarrollará ininterrumpidamente hacia el futuro. Hay una profunda razón en toda ello: la belleza y la inspiración se hallan fuera del tiempo. Existirán siempre para todos los hombres, todos los países y todos los siglos venideros.
Una de las cosas más fascinantes de la música es la de poder viajar por tierras lejanas y exóticas mediante su magia. Merced a la radio y los discos, podemos oir la música de distintas partes de África, la de los esquimales, lapones o la del norte de Siberia. Desde cerca del Polo Norte podemos descender en un instante al Ecuador y escuchar la música exótica y nostálgica de Java y Bali, Sumatra y Siam. O podemos ir a las islas del Pacífico, Tahití, Morea, las Marquesas, o más lejos todavía, a las Maorí de Nueva Zelanda. Asimismo podemos oir la música del norte de la India, la dravidiana del sur, o ascender a las eternas nieves del Tibet a oir la música grotesca de aquellos bailarines diabólicos, ir a Mongolia a oir las canciones de los conductores de caravanas, a las tierras de Arabia para oir su música nómada o sus clases de flautas e instrumentos de caña, o trasladarnos a España para oir la música gitana, vasca o mora antigua. Éstas son tan sólo algunas de las tierras que podemos visitar por medio de la magia de la música.
Así como podemos viajar en un instante por otras tierras, de la misma manera, mediante la música, podemos trasladarnos a otros períodos. Por ejemplo, podemos oir así la música antigua de Persia, la de los derviches, la primitiva budística, la cóptica, la vieja música de los indios americanos, la europea de los siglos XV y XVI, un período floreciente de Inglaterra, Francia, Holanda, Italia y España.
Más agradable y satisfactoria todavía es la posibilidad de viajar a través de la música, no tan sólo a otros países y épocas, sino también dentro de nosotros hacia esferas remotas de la imaginación y el espíritu. Es imposible describir esto con palabras; sin embargo, todos hemos sentido el haber sido llevados mediante el mágico poder de la música lejos de este mundo, hacia estados de emoción de irresistible poder y misterio, completamente desconectados de nuestra vida real, a veces temerosos, otras con una visión extática de la belleza, en una tierra de ensueño que jamás olvidaremos, en lugares de nuestra más profunda consciente comprensión, visión e inspiración.
Es en estos profundos planos de nuestro ser consciente, en nuestros más fuertes y hondos sentimientos, en los que hallamos la quintaesencia de la música. Un músico verdadero que se concentre tan intensamente así, se abstrae por entero. Las facultades existentes dentro de un subconsciente entran entonces en acción; para ellas no tenemos nombre alguno. Se torna en un centro de fuerzas infinitamente mayores que ninguna de las dotes que la Naturaleza le hubiera otorgado. Las características personales del músico, relativamente insignificantes, no deben en ninguna manera obstaculizar el fluir de tales fuerzas. Ha de ser un conducto a través del cual puedan discurrir libremente. Al escuchar la música, los músicos y los aficionados se unifican en espíritu. Es como si los cielos se abrieran y llamase una voz divina. Algo en nuestras almas contesta y comprende. Nos referimos aquí a la música más inspirada, tratando de comprender su naturaleza y profundo significado.
La música es como una voz que habla. ¿Qué dice? ¿Quién habla? Mediante nuestra intuición podemos obtener un destello de respuesta a estas preguntas. El destello puede ser insuficiente, pero puede ayudarnos a comprender muchas cosas, algunas de ellas concernientes a la parter física de nuestras vidas; otras, a aspectos más profundos y misteriosos. La ciencia nos ayuda a comprender muchos aspectos de las fases materiales y dinámicas de la vida, pero las más elevadas cimas de la música llegan de manera conmovedora cerca del núcleo central y de la esencia de la vida misma.
A veces nos encontramos confusos ante las corrientes opuestas que vemos a nuestro alrededor y las fuerzas antagónicas que percibimos en la vida. Somos conscientes de dos fuerzas opuestas existentes en el mundo: una destructiva y otra creadora. La música es una expresión de esta última. Posee apenas una existencia material, tan sólo es una casi completa expresión del espíritu, de la emoción y de los poderes de evolución dentro de nosotros mismos.
En la vida moderna, la electricidad juega un importante papel. A veces es empleada destructivamente; otras, de manera creadora; pero existe otra fuerza semejante a la electricidad, sólo que mucho más sutil y penetrante. Tal fuerza penetra en todas partes. Siempre está presente. Si comprendiésemos esta fuerza, conoceríamos el secreto de la influencia mágica de la música. Comprenderíamos por qué la música más grandiosa influye tanto en nuestros corazones, mentes y almas; por qué esta invisible e intangible fuerza puede impresionar tan magnéticamente nuestra vida interna. Para algunos de nosotros, esta vida íntima, la vida de ensueños, de imaginación, de visiones, es la vida "auténtica", la que vivimos íntimamente. La vida externa parece precisa, consistente, concreta, pero en realidad es remota, la menos vida real. Esta vida exterior, a veces nos deleita y conmueve, pero con demasiada frecuencia nos decepciona. Es fugaz, superficial. Pero la vida interna jamás nos defrauda, es eterna.
Por medio de la música tenemos una visión y algo dentro de nosotros responde con intenso anhelo: es la infinita sed de belleza del alma humana del Ideal. En nuestros corazones sabemos que estamos en contacto con algunas de las más elevadas potencias de la vida, lo comprendemos tan sólo de una manera confusa, pero nuestra voz interior nos dice que con la más bella música vibramos al unísono de la belleza, que es eterna. Cuando alcanzamos su última esencia, la música es la voz del Todo, la melodía divina, el ritmo cósmico, la armonía universal.




















Fuentes:

- STOKOWSKI, LEOPOLD: MÚSICA PARA TODOS NOSOTROS. COLECCIÓN AUSTRAL. ESPASA-CALPE, 1954.

 https://es.wikipedia.org/wiki/Leopold_Stokowski

martes, 16 de julio de 2019

"LA CIUDAD DE LAS DAMAS": LA CIUDADELA DONDE LA MUJER ES EL PATRONO DE LA NAVE.

Al acompañar a Cristina de Pizán a subir un peldaño más, para hacer su entrada en una colección de clásicos, me invade una sensación de "Misión cumplida": sobra ya hablar de su modernidad, porque los clásicos siempre nos miran desde la eternidad.
Marie-José Lemarchand. Nota a la nueva edición de La Ciudad de las Damas.

¿No ves que incluso los más grandes filósofos se corrigen los unos a los otros en una disputa sin fin? (...) Yo te recomiendo que des la vuelta a los escritos donde desprecian a las mujeres para sacarles partido en provecho tuyo, cualesquiera que sean sus intenciones. (...) Ha llegado la hora de quitar de las manos del faraón una causa tan justa. Ése es el motivo de que estemos aqui las tres: nos hemos apiadado de ti y venimos para anunciarte la construcción de una Ciudad. Tú serás la elegida para edificar y cerrar, con nuestro consejo y ayuda, el recinto de tan fuerte ciudadela. Sólo la habitarán damas ilustres y mujeres dignas, porque aquellas que estén desprovistas de estas cualidades tendrán cerrado el recinto de nuestra Ciudad.

Coge la azada de tu inteligencia y cava hondo.

La Dama Razón a Cristina de Pizán.  

Es la primera vez que vemos a una mujer tomar su pluma en defensa de su sexo.
Simone de Beauvoir. El Segundo Sexo.
 
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Cristina de Pizán, en su estudio, rodeada de libros.




Considerada como sucesora de la mítica Hildegarda von Bingen (gran mujer de la Historia, creadora de la Lingua Ignota, abadesa de la Orden Benedictina, en aquella época histórica en la que los conventos eran los únicos y verdaderos reductos del saber), Cristina de Pizán (Venecia, 1364-1430), es considerada la primera escritora profesional de la Historia. Creció en el ambiente privilegiado de la Corte de Carlos V, y en la gran Biblioteca Real del Louvre, hoy Biblioteca Nacional francesa. Huérfana y viuda muy joven, se convirtió en una  femme de lettres asumiendo un rol masculino (en aquellos tiempos, necesario) sin perder su feminidad. Autora de diversas obras, la más conocida de todas ellas es La Ciudad de las Damas, escrita entre 1404 y 1405. Alarmada por el contenido claramente misógino de unos libros muy conocidos en su época (destaca el Libro de las Lamentaciones de Mateolo, de 1300, "un compendio de tópicos misóginos de casi seis mil versos que sólo debe a Cristina de Pizán el no haber caído en el olvido"), cuya lectura dejó a Cristina perturbada y sumida en una profunda perplejidad, preguntándose cuáles podrían ser las razones que llevan a tantos hombres, clérigos y laicos, a vituperar a las mujeres, criticándolas bien de palabra bien de escritos y tratados ("ni siquiera se trata de ese Mateolo, pues, al contrario, filósofos, poetas, moralistas, todos parecen hablar con la misma voz para llegar a la conclusión de que la mujer, mala por esencia y naturaleza, siempre se inclina hacia el vicio. Volviendo sobre todas esas cosas en mi mente, yo, que he nacido mujer, me puse a examinar mi carácter y mi conducta y también la de otras muchas mujeres que he tenido ocasión de frecuentar, tanto princesas y grandes damas como mujeres de mediana y modesta condición, que tuvieron a bien confiarme sus pensamientos más íntimos. Me propuse decidir, en conciencia, si el testimonio reunido por tantos varones ilustres podría estar equivocado. Pero, por más que intentaba volver sobre ello, apurando las ideas como bien fundado el juicio de los hombres sobre la naturaleza y conducta de las mujeres"). Hundida, por esos pensamientos tan tristes y negativos, Cristina nos cuenta la visión espiritual que tuvo (al igual que las tuvo la mística Hidelgarda von Bingen): "De repente, vi bajar sobre mi pecho un rayo de luz como si el sol hubiera alcanzado el lugar (...). Levanté la cabeza para mirar de dónde venía esa luz y vi cómo se alzaban ante mí tres Damas coronadas, de muy alto rango." Las tres Damas, de pura esencia celeste, son la Dama Razón, la Dama Rectitud (Derechura) y la Dama Justicia. Cristina dialogará con cada una de ellas y, juntas, irán construyendo mentalmente la Ciudad de las Damas, desde los cimientos hasta incluir la población (compuesta sólo por damas ilustres y mujeres dignas), "para que las damas y todas las mujeres de mérito puedan de ahora en adelante tener una ciudadela donde defenderse contra tantos agresores". La Ciudad de las Damas será fundada en un "país rico y fértil":  el Campo de las Letras ("coge la azada de tu inteligencia y cava hondo", le dice la Dama Razón a Cristina) y entrarán a vivir en ella mujeres como las que se citan a lo largo del libro, muchas de ellas ilustres y dotadas de gran sabiduría, valor y dignidad: la emperatriz Nicaula; la reina Fredegunda; la reina Semíramis; las amazonas ("mujeres escitas que han sufrido la ablación de un pecho. Se les quemaba el pecho izquierdo a las niñas de la alta nobleza para que no las molestara el escudo, mientras que a la de menor rango, que tenían que tirar el arco, les quitaban el pecho derecho") y Tamiris, su reina; Zenobia, reina de Palmira; la reina Artemisa; Lilia, madre de Teodorico; Camila, hija de Metabo, rey de los volscos; Berenice, reina de Capadocia; la noble Clelia, que se enfrentó a uno de los enemigos de Roma, con gran valor y astucia. La Dama Razón, seguidamente, citará a Cristina un largo listado de mujeres que se ilustraron en la ciencia: Cornificia; Proba la Romana;Safo; Mantoa; Medea y Circe; Nicostrata o Carmenta; Minerva; Ceres; Isis; Aracne; Pánfila; Timareta, Irene y Marcia, la romana; Anastasia (gran pintora parisina de miniaturas para manuscritos, conocida de  Cristina de Pizán); Sempronia la Romana; Novella, hija de Giovanni Andrea, famoso legista de la Universidad de Bolonia (en honor de su hija, publicó el Novella super Decretalium); ... Tras esta lista de mujeres brillantes, la Dama Razón continúa con otra de mujeres juiciosas, famosas de haber mostrado gran prudencia y gobierno: Gaya Cirila; la reina Dido; Opis, reina de Creta; Lavinia, reina de los latinos...
La tercera Dama -Derechura-, ya en la segunda parte del libro, habla a Cristina de las sibilas, las conocedoras del pensamiento divino, destacando a Eritrea, Amaltea, Nicostrata, Casandra, la reina Basina y la emperatriz Antonia. Tras estas grandes adivinadoras, la Dama Derechura comienza el relato de historias de mujeres que pasaron a la fama por haber dado a sus padres grandes pruebas de verdadero amor filial. Quizás es en esta parte del libro donde figuran las historias más sobrecogedoras: Dripetina, reina de Laodicea; Hipsípila; la vestal Claudina y, la más conmovedora de todas ellas, la de una mujer que había sido madre recientemente y que dio el pecho a su madre presa (a la que habían condenado a morir de hambre en la cárcel), salvándola y consiguiendo su liberación posteriormente. Tras estas historias, Derechura pasa a recordar hechos protagonizados por mujeres que amaron profundamente a sus maridos: la reina Hipsicratea, la emperatriz Triaria, la reina Artemisa (que se bebió las cenizas de su marido, mezcladas con vino: "recogió las cenizas y lavándolas con sus lágrimas las fue dejando en una copa de oro. Después pensó que sería injusto que esas amadas cenizas tuviesen otro sepulcro que el cuerpo y corazón que albergaban un amor de tanta raigambre. Así que cada día, poco a poco, fue bebiendo algunas cenizas mezcladas con vino, hasta apurar la copa"); Argía, mujer de Polinices; Agripina, hija del emperador Augusto; Julia, esposa de Pompeyo; Tercia Emilia, esposa de Escipión el Africano; Jantipa, mujer de Sócrates; Paulina, mujer de Séneca; Sulpicia, esposa de un patricio romano; Porcia, hija de Catón de Útica; Curia, esposa de Quinto Lucrecio (éste, condenado a muerte, fue escondido por su mujer en el hueco de la pared de su casa, mientras ella se hacía pasar por loca preguntando a todos si alguien había visto a su marido. Tan bien lo hizo que lo salvó del exilio y de la muerte segura); la noble viuda Judith; la reina Esther, que liberó a su pueblo; las sabinas; Veturia, madre de Coriolano; Clotilde, reina de Francia; Penélope, la mujer de Ulises; Lucrecia, esposa de Tarquinio Colatino ("fue la violación de ésta lo que impulsó a promulgar una ley que condenaba a muerte a todo hombre que violara a una mujer, lo que no deja de ser una condena legítima y justa."); la reina Galatia; la griega Hipo; Griselda, marquesa de  Saluces (esposa que -hoy día- sería vista como incomprensiblemente sometida a su marido, poniendo éste a prueba la honra de ella a base de humillaciones contínuas, lo que constituiría un mal trato psicológico inaceptable, a los ojos de nuestra sociedad actual); Florencia la romana; Sicurant de Finale o la mujer de Bernabó de Génova (extraordinaria historia, contada originariamente por Boccaccio en el Decamerón).
Tras todos estos numerosos ejemplos de mujeres valientes y brillantes, la Dama Justicia es la encargada de llevar a vivir a la Ciudad de las Damas a la Reina de los Cielos que, con su séquito de damas gobernará la Ciudad. Estas damas de compañía serán las beatas vírgenes y todas las santas: Santa Catalina; Santa Margarita; Santa Lucía; la beata virgen Martina; Lucía de Siracusa; Santa Ágata; Santa Benita; Santa Fausta; Santa Justina; Santa Eulalia; Santa Macra; Santa Marciana; Santa Eufemia; Teodosia, Bárbara y Dorotea de Capadocia; Santa Cristina; Santa Marina; la beata Eufrosina; Santa Anastasia; Santa Teodota; Santa Natalia; Santa Afra; Drusiana (viuda que cuidó de Juan el Evangelista)...
Termina este libro dirigiéndose su autora a todas las mujeres: tras una advertencia para huir de los amores insensatos y de las pasiones enloquecidas, simples juegos placenteros que siempre acaban mal, Cristina finaliza diciendo lo siguiente: "Alegraos apurando gustosamente el saber y cultivad vuestros méritos. Así crecerá gozosamente nuestra Ciudad (...)".

Hace ahora setenta años (1949) de la primera publicación de El Segundo Sexo, de Simone de Beauvoir, y seiscientos catorce años (1405) de la publicación de la utópica La Ciudad de las Damas. Es decir, hay más de quinientos años (quinientos cuarenta y cuatro años, para ser más exactos) de diferencia entre ambas obras. S. de Beauvoir dijo de la autora veneciana y su obra que "es la primera vez que vemos a una mujer tomar su pluma en defensa de su sexo". Ambas autoras fueron mujeres muy destacadas y brillantes que, aunque vivieron en épocas muy distintas y sus obras son muy diferentes, coinciden en la misma voluntad de que las mujeres han de hacerse con el poder de los hombres. Del "feminismo bien temperado" de Cristina de Pizán al feminismo radical de El Segundo Sexo van dos maneras distintas de alcanzar una sola meta, perseguida por todas, que no es otra que ver a la mujer convertida en el "Patrono de la nave".

















Fuentes:

- De Pizán, Cristina: La Ciudad de las Damas (Le Livre de la Cité des Dames). Ediciones Siruela, Madrid, 2013.

-De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. Tomos I ( Los Hechos y los Mitos) y II (La Experiencia Vivida). Ediciones Siglo Veinte. Buenos Aires (Argentina), 1962.



Noelia Rodríguez Padilla. 

sábado, 18 de mayo de 2019

A UN SER INOLVIDABLE


Jamás en la vida encontraréis ternura mejor y más desinteresada que la de vuestra madre.
Honoré de Balzac
 

De todas las hojas caídas, solo una intenta volver a su lugar: la mariposa.
Basho

La muerte es un nuevo amanecer hacia el que vamos volando.
Mario Satz. El alfabeto alado.  
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Hoy se cumplen diez años de su muerte, pero el transcurso del tiempo  -esa ficción inventada por el hombre, que no existe más que en nuestro cerebro-  no afecta al recuerdo imborrable de un ser tan querido como una madre. Como en la bellísima canción Alfonsina y el Mar, un lunes 18 de Mayo de 2009, su voz se apagó, arrullada en el canto de las caracolas marinas. Y, aunque en el hipocampo de nuestro ser material, que es donde se edita la película de nuestra vida -ese vuelo de Ícaro que siempre terminará convertido en ceniza (cubierto por sábanas terrosas y un edredón de musgos escardados)-,  por mucho tiempo que pase, éste nunca llenará de arrugas el recuerdo, el cariño y agradecimiento que siempre guardará nuestro corazón hacia ella. Miro a nuestro alrededor y sigo comprobando que una madre es insustituible. Su ser, inolvidable, es y será como la flor humilde y silenciosa que siempre brota en todas las primaveras.






 SOY ESA FLOR

Tu vida es un gran río,va caudalosamente.
A su orilla, invisible, yo broto dulcemente.
Soy esa flor perdida entre juncos y achiras
que piadoso alimentas, pero acaso ni miras.

Cuando creces me arrastras y me muero en tu seno,
cuando secas me muero poco a poco en el cieno;

Pero de nuevo vuelvo a brotar dulcemente
cuando en los días bellos vas caudalosamente.

Soy esa flor perdida que brota en tus riberas
humilde y silenciosa todas las primaveras.

Alfonsina Storni (1892-1938).

miércoles, 17 de octubre de 2018

CALVINO Y LOS CLÁSICOS.



 Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma.
Cicerón.

 Los libros son compañeros dulces para el que sufre, y si no pueden llevarnos a gozar de la vida, al menos nos enseñan a soportarla.
Oliver Goldsmith.

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En el año 2010 la editorial Siruela inició una nueva colección de libros, titulada Tiempo de Clásicos, comenzando esta colección con una de las novelas integrantes de la Comedia Humana de Balzac, Eugenia Grandet. Entre la anteportada y la contraportada de cada uno de los libros de esta bonita colección, Siruela incorpora el listado de las catorce razones (sólo el enunciado de las mismas) que el escritor Italo Calvino (1923-1985) escribió en su ensayo (publicado tras su muerte) Por qué leer a los clásicos. Es, sin duda, una original y eficaz manera de homenajear a este gran escritor y de  seguir recordándonos a los lectores que no todos los libros son igual de importantes:







1. Los clásicos son esos libros de los cuales suele oírse decir: "Estoy releyendo..." y nunca "Estoy leyendo...". 

2.  Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos.

3. Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular, ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.

4. Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera.

5. Toda lectura de un clásico es en realidad una relectura.

6. Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.

7. Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).

8. Un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima.

9. Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad.

10. Llámase clásico a un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes.

11. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.

12. Un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los otros y después lee aquél, reconoce enseguida su lugar en la genealogía.

13. Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a la categoría de ruido de fondo.

14. Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.

Por qué leer los clásicos, Italo Calvino.















Italo Calvino





Fuentes:

-ITALO CALVINO: POR QUÉ LEER A LOS CLÁSICOS. Ediciones Tusquets. Barcelona, 1992.

http://www.urbinavolant.com/archivos/literat/cal_clas.pdf


Noelia Rodríguez Padilla.

domingo, 23 de septiembre de 2018

LA MEMORIA DE LA VIDA


"Uno de los goces más vertiginosos que permite la ciencia moderna es el asomarse al balcón del pasado, sobre el abismo de los siglos que han transcurrido limpios de historia humana...El mirar hacia atrás, hasta perderse en el horizonte de los tiempos, no es privativo del hombre actual; lo que la ciencia ha conquistado es el poder fijar la dimensión exacta de los tiempos pasados. Aunque las cifras que obtenemos no son demasiado expresivas para nuestro intelecto, acostumbrado a otra escala más modesta, son, sin embargo, harto más elocuentes que una representación del tiempo pasado carente de cómputo y deformable fácilmente por impresión subjetiva".

Ramón Margalef López (1919-2004), primer Catedrático de Ecología en España.

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Las últimas dataciones, realizadas por científicos, muestran que la edad de la Tierra es de unos 4.470 millones de años. En todo este tiempo, ha sufrido continuos cambios, tanto en su atmósfera, como en su relieve e interior. Y continuará cambiando. Se calcula que la Tierra ha sufrido cinco o seis extinciones masivas, a lo largo de su evolución. En este tiempo en el que nos encontramos ahora, ya estamos comprobando los efectos del cambio climático en el que estamos inmersos. Uno de estos efectos es el derretimiento del permafrost en todas las zonas muy frías o glaciares de nuestro planeta. Debido a este derretimiento, están surgiendo a la luz muchos casos de animales (y personas) que permanecieron congeladas muchos años. Uno de estos casos, y el más llamativo, por la antigüedad del animal, es el de un potrillo que fue encontrado en Agosto de este año en Yakutia, al este de Siberia. Murió hace unos cuarenta mil años y su cadáver está intacto. Se conserva perfectamente. Las fotografías hechas a este animal son realmente sorprendentes. Seguramente, emplearon el método de el carbono-14 para poner edad a este pequeño potro.










Aparte del carbono-14, otro cronómetro del pasado y, para mí el más fascinante, es la dendrocronología o cronología a base de los árboles (del griego déndron, árbol).




Comenta el físico y sacerdote jesuita Jose Mª Riaza Morales, en su obra El Comienzo del Mundo, lo siguiente: "(...)Entre los árboles más notables por su larga vida se señalan los siguientes, en un cálculo aproximado:

Olivo....2000 años.
Tejo......3000 años.
Sequoia...3500 años.
Baobab.....5500 años.
Drago........6000 años. 

(...)El llamado "análisis de los anillos de los árboles" ha sido llevado adelante como método científico a partir de 1901, por el norteamericano A. E. Douglass, de la Universidad de Arizona, aunque la idea de usar los anillos de un árbol para calcular la fecha de sitios arqueológicos es vieja (...).La idea primera de la dendrocronología es sumamente sencilla. Se sabe que un corte efectuado en el tronco de un árbol deja al descubierto una serie de anillos, que constituyen otros tantos círculos de crecimiento; por lo general, el árbol produce cada año una nueva capa concéntrica. Consiguientemente, nos dará idea de su edad el simple recuento de los anillos. Estas capas concéntricas son capas anuales de tejido leñoso. El proceso de crecimiento del nuevo anillo se inicia en la primavera, entre la madera antigua y la corteza; entonces aparecen células grandes y claras. Después, a medida que la estación avanza hacia el fin del verano, las nuevas células añadidas van resultando progresivamente menores y de tabiques más espesos, a la vez que el color resulta más oscuro; hasta que, por fin, cesa en absoluto la producción de células, para volverse a repetir el proceso en la próxima primavera. Así se forma una línea de demarcación bien neta entre la madera de un año y la de la primavera siguiente (...). Si medimos el espesor de los anillos sucesivos, comprobaremos que va disminuyendo desde el centro del árbol hasta la periferia. Es que el grosor de los anillos producidos año tras año varía con la edad; al ir aumentando en edad el árbol, va produciendo anillos más estrechos, y, por lo tanto, (...) advertiremos que los centrales son más anchos. A esta normal variación de los anillos en tamaño se suma otra, causada por las desigualdades del clima de año en año. En años de tiempo desfavorable, por ejemplo en años de períodos irregulares de sequía, se forman anillos de anormal estrechez; en cambio, se producirán anillos excepcionalmente voluminosos en años de aguas abudantes. Los años fríos y secos originan anillos estrechos, y los calientes y húmedos, anillos anchos. Una curva, que reproduzca las variaciones en la serie de anillos observada en la sección transversal de un árbol, reproducirá, por consiguiente, hasta cierto punto, las variaciones del clima local. De este hecho depende precisamente la aplicabilidad del "análisis de los anillos de crecimiento" para establecer fechas, puesto que los más de los árboles de una misma región tienden a presentar variaciones semejantes en el archivo de sus anillos. Las propiedades de los anillos permiten relacionar entre sí los diferentes árboles de una misma región; los anillos interiores de los árboles jóvenes guardarán relación con los anillos exteriores de los árboles más viejos. El método puede aplicarse no sólamente a árboles de una zona determinada, sino también a postes o vigas sacados de ella y utilizados en la construcción de viviendas históricas o prehistóricas. Por este camino ha sido posible asignar fechas en años a gran número de estaciones prehistóricas, principalmente en Norteamérica (...). La moderna dendrocronología ha conseguido establecer una especie de calendario para los dos o tres mil últimos años. Sus resultados caen enteramente dentro de los períodos históricos de Eurasia; pero en Norteamérica, donde no se conocen registros inteligiblementes escritos anteriores al fin del siglo XV, este método conduce de lleno a tiempos prehistóricos. Ha sido aplicado con mucho éxito para determinar la fecha de aldeas prehistóricas en el sudoeste de los Estados Unidos (...)."









Tratamos de entender el universo, el planeta Tierra y el misterio de la vida y vamos descubriendo el inmenso prodigio de la Naturaleza, que, miles de años después, nos demuestra que siempre aguarda en su seno tesoros como ese potrillo recién hallado en Siberia. La Naturaleza y su azaroso devenir nos rescata seres que vivieron en nuestro planeta, en tiempos inmemoriales para el hombre, como los conservados en ámbar, que tras millones de años, surgen de su oscuro e intacto escondrijo para dejarse examinar bajo las lupas de un potente microscopio electrónico. Como dijo Aristóteles, la Naturaleza no hace nada en vano. La ciencia es un camino privilegiado para buscar y encontrar la verdad, aunque esta sea parcial. El sacerdote y astrónomo Georges Lemâitre, padre de la teoría del Big Bang, estaba convencido de que tanto la ciencia como la fe disponían de caminos diferentes para llegar a la verdad. Y ambas pueden ser compatibles, pues donde acaba el poder o la capacidad de ver de una, empieza el camino de la otra. La Ciencia, dentro de sus límites conocidos, nos asombra todos los días descubriendonos hechos y sucesos del pasado, rescatándonoslos del olvido eterno, pero sólo la Fe, dentro de sus ilimitados campos, puede darnos una respuesta a la maravillosa actitud de la Naturaleza de insistir en  preservar para nosotros los antiquísimos testimonios de la memoria de la vida.







Fuentes:

-Jose Mª Riaza Morales, S.J.: EL COMIENZO DEL MUNDO. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1964.

 https://hdnh.es/el-permafrost-siberiano-revela-una-cria-de-caballo-de-la-edad-de-hielo-perfectamente-conservada/?subscribe=success#blog_subscription-11

https://siberiantimes.com/other/others/news/perfectly-preserved-ancient-foal-is-shown-to-the-world-for-the-first-time/

https://elpais.com/sociedad/2010/01/19/actualidad/1263855614_850215.html



martes, 21 de agosto de 2018

HOMERO Y LA AURORA DE LOS DEDOS DE ROSA.

¿Por qué me interrogas sobre el abolengo? Cual la generación de las hojas, así la de los hombres. Esparce el viento las hojas por el suelo, y la selva, reverdeciendo, produce otras al llegar la primavera: de igual suerte, una generación humana nace y otra perece.
Homero. La Ilíada (Canto VI).

Ven, no obstante, buen viejo y entremos en mi cabañuela y cuando hayas con pan y vino saciado tu ánimo, me dirás en qué sitio naciste y qué penas te agobian.
[...] Huésped, yo por muy pobre que sea quien venga, no suelo despreciar a ninguno, pues todos, mendigos y huéspedes, son de Zeus y no hay don tan pequeño que no se agradezca [...]
Homero. La Odisea (Canto XIV. Conversación de Odiseo con Eumeo).
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Mucho antes de que Tshai Lun (un eunuco y consejero imperial de la Corte de los Han, en la China del siglo I d.C.) empleara por primera vez el papel, como soporte de la escritura, el ser humano vio la necesidad de conservar  -o salvar para la posteridad- los textos más importantes o de más relevancia para la sociedad, dando lugar a las primeras inscripciones en piedra, sobre el siglo V a.C.,  de ordenanzas, textos religiosos, leyes, etc. Después, los escritos "menores" (los literarios, por ejemplo) se inscribían en arcilla, por ser ésta mucho más moldeable. Pero los textos más "oficiales" siguieron siendo inscritos en piedra.

 Una de estas antiguas inscripciones en arcilla ha sido descubierta hace pocos meses muy cerca del Santuario de Olimpia, en Grecia, y los investigadores afirman que es la más antigua de las inscripciones encontradas hasta ahora. El texto recoge trece versos de la Odisea de Homero, concretamente trece versos del Canto XIV:  La conversación de Odiseo con Eumeo. Sin duda, se trata de  uno de los fragmentos más hermosos de la Odisea y el más digno de ser protegido del olvido, pues simboliza uno de los valores éticos más importantes para la Grecia antigua: la HOSPITALIDAD. Cuando Odiseo, recién llegado a Ítaca y convertido en un anciano mendigo, totalmente irreconocible, gracias a los poderes de la diosa Atenea ("lo tocó con la vara la diosa Atenea. Hizo que se secara su piel en sus miembros flexibles, y después suprimió en su cabeza los blondos cabellos, y los miembros del cuerpo cubrió con la piel del anciano, puso sarna en sus ojos que fueron tan bellos entonces; a los hombros le echó unos andrajos y luego una túnica destrozada, mugrienta y perdida de manchas de humo, y la piel de una cierva veloz, ya sin pelo y muy grande, y un cayado le dio y un astroso zurrón lleno todo de agujeros, que por bandolera tenía una cuerda."), acude en busca de su criado Eumeo, un anciano que le cuidaba los cerdos de su inmensa hacienda, éste nada más verlo, sin reconocer a su amo, todo andrajoso, no dudó en acogerlo en su cabañuela, dándole de comer y beber, dando prueba de cumplimiento de su HOSPITALIDAD, pero además, también, de una inmensa caridad, al tratarse su huésped de un anciano y necesitado mendigo. Odiseo pudo comprobar, después, que su viejo criado Eumeo no sólo lo había acogido sin desprecio alguno, sino que además era un criado absolutamente fiel a su amo, su lealtad era tal con su amo que fue merecedor de la mejor de las relaciones posibles entre dos personas: la amistad. Todo ello explica la existencia de la placa de arcilla hallada, referente a este fragmento de La Odisea: no sólo por su belleza formal era merecedora de su inscripción, además contiene un mensaje universal lleno de principios éticos y morales que reflejan lo mejor de la especie humana.

 Acerca de la "cuestión homérica", la discusión sobre el origen de los poemas atribuídos a Homero, que tantos ríos de tinta ha provocado, llegando algunos autores incluso a afirmar que Homero nunca existió, el eminente helenista Francisco Rodríguez Adrados dice lo siguiente: "Por querer juzgar a Homero como un poeta cualquiera de una época posterior, ha habido entre los críticos una serie de malentendidos y errores que han llegado hasta el de postular que Ilíada y Odisea son un conglomerado de fragmentos inconexos de varios autores; es decir, hasta negarles su calidad de poemas. [...] Los críticos alejandrinos tienen de la obra literaria un ideal clasista y tratan de adaptar Homero a ese ideal mediante sus atétesis. Homero es perfecto, y no puede tener inconsecuencias, errores, cosas inexplicables, ni, mucho menos, atentados al buen gusto. [...] Homero es el reino de la repetición y rara es la frase que no aparece abundantemente repetida en los poemas: son las llamadas "fórmulas" [...].". Una de estas repeticiones, por cierto bellísima, que se reproduce muchísimas veces, a lo largo de toda la Odisea, es la siguiente: "Al mostrarse en el día la Aurora de los dedos de rosa...", haciendo referencia a la diosa del amanecer, hermana de Helios (el Sol) y Selene, y cuya suave luz rosada (sus dedos de rosa)  abren las puertas del cielo al carro del Sol...

Dicen los expertos que lo clásico es lo que no se puede mejorar. Lo clásico no sólo no pierde vigencia sino que va ganando con el transcurso del tiempo. Lo clásico es intemporal y universal. Es la expresión de esas realidades profundas que hay en cada ser humano. Varían las circunstancias y y el entorno, pero los sentimientos no cambian. Me parece que leer a Homero es hoy más emocionante que nunca porque una descubre que no han cambiado nada la naturaleza humana ni la fuerza de los sentimientos humanos. Si se compara la profundidad de este libro con las novedades del mercado editorial, podríamos concluir que el género humano está sometido a una monstruosa involución...Menos mal que aún podemos seguir deleitándonos con los versos griegos de la Odisea y con la delicada luz que todos los días nos dedica, desde su celestial amanecer, la Aurora de los dedos de rosa.



Encuentro de Odiseo con Eumeo. Marc Chagall (1974).






 CANTO XIV
Conversación de Odiseo con Eumeo (fragmento)

Desde el puerto, por sitios selvosos, tomó áspera ruta,
entre algunas colinas, adonde le dijo Atenea
 que hallaría al porquero, el cual era de todos los siervos
de Odiseo divino el que más por sus bienes miraba.
Y sentado lo halló ante la puerta de un bello chiquero
grande y bien construido, en un sitio de vista apacible,
alto y que rodearse podía; y el mismo porquero
lo hizo para los cerdos del rey que encontrábase ausente,
sin que de ello supieran el ama ni el viejo Laertes,
con molones, cercándolo todo de un seto espinoso;
puso fuera, de un lado a otro lado, una serie de estacas
muy espesas y juntas, cortadas del alma de un roble;
construyó luego doce pocilgas adentro, muy juntas,
dormideros de cerdas de cría, y en cada uno de ellos,
sobre el suelo, se echaban cincuenta marranas, y todas
parideras, y afuera los machos pasaban la noche,
y eran menos, pues los pretendientes divinos, su número,
al comerlos, menguaban, pues siempre el porquero enviábales
el mejor y más gordo de todos los cerdos que había;
y trescientos sesenta era entonces el número de ellos.
Siempre hallábanse allí cuatro perros lo mismo que fieras
 que el porquero crió, el mayoral de los mozos pastores.

A sus pies ajustábase entonces un par de sandalias
que cortaba del cuero de un buey, de color muy hermoso;
y él al cuarto lo había enviado a llevar a la villa
ese cerdo obligado que los pretendientes soberbios
inmolaban y luego con él su apetito saciaban.

Y de pronto a Odiseo advirtieron los perros ladrantes,
y, ladrando, lanzáronse a él, mas sentóse Odiseo
con astucia, y dejó que el cayado en el suelo cayera.
Tal vez junto a su establo un azar vergonzoso pasara
si no hubiese acudido veloz el porquero, apartándolos,
tan de prisa que el cuero teñido escapó de sus manos.
Dando voces y echándoles piedras logró que los perros
dispresáranse por la zahúrda y habló así a su amo:

-Por muy poco, ¡oh anciano!, mis perros te hubiesen al punto
destrozado, ¡y menuda vergüenza me hubiera causado!
Ya los dioses me dan ocasión de que sufra y suspire.
¡Mi divino señor! Yo por él me apesaro y me duelo
aquí, junto a estos cerdos cebados, y al fin para que otros
se los coman, y en tanto él quién sabe las hambres que pasa
por ciudades y pueblos de gentes de lengua extranjera,
y si vive y si miran sus ojos la luz que contenta.
Ven, no obstante, buen viejo y entremos en mi cabañuela
y cuando hayas con pan y con vino saciado tu ánimo,
me dirás en qué sitio naciste y qué penas te agobian.

Así dijo el divino porquero, y llevólo a su choza
y le hizo que entrara y después se sentase en el suelo
que cubrió con la piel de una cabra salvaje, muy grande,
muy vellosa y tupida, que hacía las veces de lecho.
Y contento Odiseo de ser acogido así, dijo:

-Zeus te dé, huésped mío, y todos los dioses eternos
todo lo que más quieras, ya que me acogiste benévolo.

Y tú entonces, Eumeo, el porquero, así respondiste:

-Huésped, yo, por muy pobre que sea quien venga, no suelo despreciar a ninguno, pues todos, mendigos y huéspedes,
son de Zeus y no hay don tan pequeño que no se agradezca,
que así son nuestros dones, pues tienen los siervos el miedo
en el cuerpo metido, si el amo que manda es muy joven,
porque al mío los dioses le impiden volver a su casa,
y él, pues mucho me quiso, me hubiese ofrecido unos bienes,
una casa, un pedazo de campo y esposa estimable,
todo cuanto da un amo benévolo al siervo que tiene
cuando mucho por él trabajó y un dios hace que medre
la obra suya, tal como ha medrado el trabajo que llevo.
Me valiera de mucho mi dueño si aquí envejeciese,
mas murió ya. ¡Ojalá pereciera la estirpe de Helena,
totalmente, pues a tantos hombres quebró las rodillas!
También él se fue a Ilión, la ciudad de los bellos corceles,
y allí, por el honor del Atrida, luchó con los teucros.

Dijo, y presto con el ceñidor ajustóse la túnica,
y se fue a la pocilga en que estaba encerrada la piara
y volvió con dos cerdos a los que inmoló prestamente,
chamuscó, cuarteó y espetó en los espiches al punto.
Cuando estuvo ya asada la carne ofrecióla a Odiseo,
aún en los espetones, con polvo de harina blanquísima.
En su cuerno mezcló un vino dulce que miel parecía,
se sentó frente a él e, invitándolo, habló de este modo:

-Come, huésped, lechón del que está permitido a los siervos
porque los pretendientes devoran los cerdos cebados
sin piedad ni temor de que puedan vengarse los dioses.
A los dioses dichosos no agradan las obras perversas,
premian lo que es más justo y los actos sensatos del hombre.
Aun aquellos que invaden ajeno país, enemigos
 y varones malvados, y Zeus el botín les permite,
y, repletas las naves, embarcan y a casa regresan,
también sienten temor de que en ellos se venguen los dioses.
Mas aquéllos, por boca de un dios han sabido qué muerte
lamentable ha tenido mi amo, y de justa manera
no hacen la petición ni se van a sus casas:tranquilos,
los bandidos nos van devorando sin tasa la hacienda.
Así todos los días y noches que Zeus nos envía,
y no una ni dos, sacrifican las reses que quieren
y bebiendo sin tino consumen el vino y lo agotan.
Era inmensa la hacienda del amo y no había en el negro
continente un señor que tuviera lo que él poseía,
ni en la isla siquiera, pues veinte señores reunidos
no tendrían sus bienes. Y voy a decírtelos todos.
Doce greyes de vacas en el continente; otras tantas
de corderos y doce piaras y doce cabriadas
que apacientan allí sus pastores y sus jornaleros.
Aquí tiene también once hatos de innúmeras cabras,
al extremo del campo, guardadas por buenos cabreros;
cada uno de ellos envía una res a diario,
la que a él le parece mejor, de sus cabras gordísimas.
Y yo guardo y protejo a estas cerdas de cría, y envío,
a diario también, el mejor de los cerdos que tengo.

Dijo así y Odiseo comía y bebía incansable,
silencioso y pensando en los males de los pretendientes.

Terminada la cena y repuesto con ella su ánimo,
el porquero llenóle de vino el tazón que él usaba.
Y él tomó con el ánimo alegre el tazón que ofrecíale,
y, elevando la voz, pronunció estas palabras aladas:

-¿Quién ha sido, ¡oh amigo!, aquel que te compró con sus bienes
 y era tan opulento y de tanto poder como cuentas?
Me dijiste que por el honor del Atrida había muerto.
Dime el nombre, quizá he conocido yo a un rey tan ilustre.
Pero Zeus y los dioses eternos sabrán si lo he visto,
y tal vez pueda darte noticias, que anduve muchísimo.

Y el porquero le habló, el mayoral de los mozos pastores:

-A ningún vagabundo, ¡oh anciano!, que traiga noticias
de mi amo, la esposa o su hijo darán ningún crédito,
pues aquellos que van errabundos y ayuda precisan,
trapalean a gusto y no suelen hablar francamente.
Vagabundo que al pueblo de Ítaca consigue acercarse,
en seguida va a ver a mi ama y le cuenta patrañas,
y ella, en cambio, lo acoge y regala y preguntas le hace
y se pone a llorar y su rostro se llena de lágrimas,
como llora la esposa al marido que ha muerto muy lejos.
También tú inventarías, ¡oh, anciano!, un embuste, si un manto
y una túnica para cambiar tus vestidos te dieran.
Mas los perros y rápidas aves ya habrán separado
de sus huesos la piel, y su aliento vital habrá huido,
o en el mar lo han comido los peces, y yacen sus huesos
en la playa, y profundas arenas los cubren ahora.
Muerto está aquí o allí, y sus amigos muy tristes se quedan,
y yo más todavía porque tan benévolo dueño
no podré nunca más encontrar dondequiera que vaya,
aunque junto a mi padre y mi madre, a su casa, volviera,
allí donde nací y donde fueron criándome ellos.
Y no tanto por ellos suspiro, a pesar de lo mucho
que mis ojos quisieran hallarlos de nuevo en mi patria,
como ver a Odiseo romper una ausencia tan larga.
Ya vez, huésped, que, aun cuando no esté, yo respeto tu nombre,
pues amábame mucho y en su corazón me tenía,
y le llamo mi hermano del alma por más que esté ausente.

Y Odiseo paciente y divino repúsole entonces:

-Veo, amigo, que todo lo niegas y estás muy seguro
de que no ha de volver y te sientes incrédulo el ánimo.
Mas te juro, y no es una invención lo que voy a decirte,
que Odiseo vendrá, [...].
  






Busto de Ὅμηρος Hómēros







Imágenes de la placa de arcilla hallada:































La diosa Aurora triunfando sobre la noche (1750). Jean-Honoré Fragonard.






Fuentes:



-HOMERO: ODISEA. Clásicos Universales Planeta. Editorial Planeta, Barcelona, 1993.

-  R. ADRADOS, FERNÁNDEZ-GALIANO, LUIS GIL, LASSO DE LA VEGA: INTRODUCCIÓN A HOMERO. Ediciones Guadarrama. Madrid, 1963.