"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

jueves, 21 de junio de 2018

EL MISTERIO CÓSMICO DE UNA ROSA

"(...) los sólidos platónicos no solo existen en la mente de los filósofos y los geómetras, sino que efectivamente son algunos de los componentes más fundamentales del mundo. La sal de mesa es un cristal cúbico, o más bien una red tridimensional formada por pequeños cubos, donde todo átomo de cloro está rodeado de átomos de sodio (y viceversa) en un empaquetamiento matemáticamente óptimo. El átomo de carbono forma las moléculas de la vida gracias a la organización tetraédrica de sus cuatro enlaces, lo que le permite formar moléculas enormes (como el ADN y las proteínas) de forma generativa, o recursiva. Y gran parte de los virus tienen forma de icosaedro, porque es la manera más económica de construir una cápside compleja y grande con la mínima información (ADN o ARN) que le cabe dentro. La naturaleza inventó los dados perfectos miles de millones de años antes que nosotros."
Javier Sampedro. Las formas del mundo (El País, 17.6.2018).
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"No entre nadie que no sepa geometría".
Letras grabadas en el frontispicio de la Academia de Atenas, fundada por Platón.
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Galaxia, en espiral.






Concha marina.









  Cerebro humano y el  cráneo.







Una rosa.







 Nos cuenta Carl Sagan, en el capítulo tercero de COSMOS, "La armonía de los mundos", que Johannes Kepler escribió lo siguiente: "La Geometría existía antes de la Creación. Es co-eterna con la mente de Dios...La Geometría ofreció a Dios un modelo para la Creación...La Geometría es Dios mismo". Para Kepler, era más que evidente la grandeza de la sagrada geometría, tanto que afirmó en su obra Harmonices Mundi (Las armonías del mundo, 1619) que "ubi materia, ibi geometría" ("donde haya materia, hay geometría")... 
 En las cuatro imágenes que podemos contemplar más arriba, observamos, en todas ellas, siempre la misma curva sinuosa, de gran elegancia. En matemáticas, se aproxima a la denominada "espiral logarítmica". Lejos de ser una mera curiosidad matemática, se puede observar muy fácilmente en nuestro entorno, en un recorrido vertiginoso que va desde la forma de los brazos de las galaxias, pasando por la de una concha marina y el cráneo humano visto desde un lateral, hasta la elegancia sin par de la disposición de los pétalos de una rosa...Unos ejemplos de proporción áurea o "número áureo" que podemos ver en la naturaleza, que nunca dejará de asombrarnos y que tiene su origen en  el número Φ (Phi), un número anciano y venerable, que empezó su andadura hace más de veinte siglos y sigue conectando con los conocimientos matemáticos más actuales, como puede comprobarse en sus manifestaciones en el mundo de los fractales...Tan cierto como que el oro se crea en las explosiones de supernovas.
 Kepler llamó a su revelación el Misterio Cósmico, que sólo permitía una explicación: la mano de Dios, el Geómetra. Su esfuerzo teórico culminó, treinta y seis años después de su muerte, en la obra de Isaac Newton. Ambos, Kepler y Newton representan una transición crítica en la historia de la humanidad, el descubrimiento de que hay leyes matemáticas bastante simples que se extienden por toda la naturaleza; que las mismas reglas son válidas tanto en la Tierra como en los cielos. Newton, al igual que Kepler, se exaltaba ante la grandiosidad y la complicación de la Naturaleza y, al mismo tiempo, se mostraba de una modestia encantadora. Poco antes de morir escribió: "No sé qué opina el mundo de mí; pero yo me siento como un niño que juega en la orilla del mar, y se divierte descubriendo de vez en cuando un guijarro más liso o una concha más bella de lo corriente, mientras el gran océano de la verdad se extiende ante mí, todo él por descubrir".



Fuentes:

-Sagan, Carl: Cosmos. Editorial Planeta, Barcelona, 2009.

-La divina proporción. El lenguaje matemático de la belleza. National Geographic. Colección El mundo es matemático. RBA, Barcelona, 2014.