"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

martes, 18 de noviembre de 2014

PÁRRAFOS ESCOGIDOS (V): “LA LLUVIA AMARILLA”, DE JULIO LLAMAZARES.-





El infierno está todo en esta palabra: soledad.
Victor Hugo.




Ainielle existe. Está en Huesca. Y, desde que Julio Llamazares publicó su novela “La lluvia amarilla”, allá por 1988, Ainielle es, quizás, uno de los pueblos abandonados más famosos de España. Forma parte ya de esos lugares, reales o ficticios, encumbrados por las grandes Letras. Estamos ante una novela muy triste (y bella, a la vez) cuyas palabras, de una poderosa profundidad, describen con brillantez y suma elegancia la enorme soledad de sus personajes.
He aquí un breve extracto:




“Como si el viejo río de los días se hubiera detenido bajo el hielo convirtiendo mi vida en un interminable e inmenso invierno. Ahora miro hacia atrás buscando aquellas tardes, remuevo en mi memoria las hojas del silencio y encuentro solamente un bosque sepultado, deshecho por la niebla, y un pueblo abandonado por el que cruzan los recuerdos como espinos arrastrados por el viento”.
 Julio Llamazares. La lluvia amarilla.

























































Noelia Rodríguez Padilla.-