"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

lunes, 6 de octubre de 2014

PÁRRAFOS ESCOGIDOS (III): "SALA DE ESPERA", DE JOSE LUIS SAMPEDRO. LA ESPECIE HUMANA.


"Mucho después supe lo que estuve entonces viviendo sin saberlo: que el río de la vida no se interrumpe nunca, ni cuando parece sumirse en un remanso. Continúa fluyendo, pero fondo abajo, hacia lo profundo, haciéndose más verdad, puro río sin riberas".
Jose L. Sampedro (1917-2013). Sala de Espera.


Recien terminado de leer el libro póstumo de Jose L. Sampedro, publicado tras su muerte por su compañera vital Olga Lucas (el "Río Olga"): LA SALA DE ESPERA (PLAZA Y JANÉS, 2014, 183 páginas). Sus reflexiones personales, vertidas en esta obra, a modo de memorias acerca de su vida, de su "río vital", y de la sociedad que le tocó vivir, se nos quedan cortas. Me he quedado con ganas de leer más acerca de las impresiones vitales de este genial ser humano que era J.L.Sampedro. Este libro daba para mucho más, por su gran interés. Seguramente, al "Río Jose Luís" , la llegada al final del trayecto, el Mar, le llegó antes de lo que esperaba y le sorprendió en la mitad de su redacción...



"Anochece. Sobre los troncos encendidos un camarero apila dos brazadas de sarmientos secos, que en el acto arden restallantes como alambres de cobre el rojo. Las llamas se reavivan, infinitas chispas suben con el humo o escapan de la fogata en parabólicos saltos, cayendo en las losas del hogar. Es el Cosmos en miniatura: el gran hueco de la campana de piedra acogiendo la energía en combustión, encendiendo los troncos, creando ascuas como rubíes, antorchas, brasas, carbones, cenizas y una pirotecnia de chispas liberadas. Los innumerables componentes del mundo: cordilleras y océanos, árboles y máquinas, hombre y bacterias. El hombre que escribe estas líneas es, sencillamente, una de esas chispas, ya en su ocaso. "El puesto del hombre en el cosmos", se titulaba un libro de mi tiempo. Y eso somos: un momentáneo corpúsculo, material biodegradable para el perpetuo reciclado. Un infinitésimo de energía, en fin. Pero hablante.
Esa visión de la especie humana no es la que me inocularon en la escuela y me reiteraron después. El hombre es presentado como un ser excepcional y superior a todo lo demás, porque Dios creador insufló un alma inmortal, y sólo a él y a esa especie, entre todo lo existente. Por eso el privilegiado ser se siente dueño del mundo y protagonista de la realidad. Mi aprendizaje de la vida me hace imposible creer esa versión."


J. L. Sampedro. Sala de Espera. Plaza y Janés, 2014.