Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".
Rosalía de Castro - extracto del poema ¡Ea!, ¡aprisa subamos de la vida!, del poemario En las orillas del Sar -.
Hoy, día quince de Julio de 2015, se cumplen ciento treinta años (15 de Julio de 1885) de la desaparición de la gran poeta gallega Rosalía de Castro de Murguía. Murió a la edad de cuarenta y ocho años. Su vida, tras una trayectoria vital sembrada de penuria económica y de profunda soledad, no se la llevó el inmenso e implacable mar, al que Rosalía tantas veces ansió a través de sus poemas, sino la enfermedad (un cáncer de ovarios). Su poesía es de una perenne y gran belleza melancólica, de una tristeza profunda y desgarradora. He de reconocer que no pude terminar la primera lectura que hice de "Follas Novas", tras la lectura de los dos primeros capítulos, fue tal la sensación de abatimiento y penuria psicológica que me inundó el alma, que tuve que dejar su lectura. Retomaré la misma en breve, espero poder terminarla sin que me venga de nuevo la misma impresión. Los versos de Rosalía, desde luego, merecen ser leídos, por su gran belleza y precisión, aunque el alma del lector se vea prontamente contagiada de tan honda, desoladora y amarga tristeza.
NEGRA SOMBRA - ¡Do íntimo! (FOLLAS NOVAS) - :
Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.
Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.
Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora.
En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me abandonarás nunca,
sombra que sempre me asombras.
************
Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
vuelves haciéndome burla.
Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.
Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.
En todo estás y tú eres todo,
para mí y en mí misma moras,
no me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.
Programa dedicado a Rosalía de Castro, en TVE, dentro del espacio "La mitad invisible":
Los poetas son hombres que han conservado sus ojos de niño.
Leon Daudet.
“Tengo el alma de una viejita dentro”
La autora colombiana tiene conciencia de finitud y desarraigo desde
niña. Una experiencia convertida en material poético por el que ha
merecido el Premio Loewe a la Creación Joven
La poeta colombiana María Gómez Lara.
Cuando le comunicaron este año que acababa de ganar el Premio Loewe de Poesía a la Creación Joven por su obra Contratono
(Visor), María Gómez Lara (Bogotá, 1989) estaba en clase. Como alumna.
En Harvard, cursando su doctorado literario. Allí busca los cimientos
para una suculenta y extrema voz poética, tan madura que a veces le hace
parecer, dice, “una viejita”.
Pero no lo es. María impone una presencia de porvenir letra herido en
el que se entrevé la contundencia de quien ha sabido sortear desde niña
a la muerte y recibir, como premio, el contrapunto de la alegría. A la
primera se la presentaron como riesgo inminente y muy real cuando
caminaba por Bogotá protegida por los guardaespaldas de su padre,
Alfonso Gómez Méndez, que era alto cargo en los años de plomo y selva
contra el narco o la guerrilla. La segunda, la alegría, parece en ella
un consecuente desorden genético.
Pregunta. Leo Contratono y me encuentro obsesivamente las siguientes palabras: fuego, cenizas, cuerpo, muerte… ¿Tan joven y ya con esas cosas?
Respuesta. Me interesa mucho la materialidad, la
conciencia de que somos precarios, nos podemos romper, acumular
cicatrices. Vengo de un país en que la muerte está demasiado presente.
La conciencia de la finitud resulta sana sea a la edad que sea.
P. En ti, precoz. Una infancia rodeada de guardaespaldas que espantan amenazas, marca.
R. Cuando yo era muy chiquita, a los seis u ocho
años, tenía que andar con un montón de hombres armados atrás.
Afortunadamente nunca me pasó nada. Y menos mal, pero la conciencia de
que puede pasar en cualquier momento, queda. Yo no solía escribir sobre
el conflicto en Colombia porque estaba por todos sitios y, de repente,
en la poesía, no. Pero siempre sale por algún lado.
P. Misión no cumplida entonces. También encuentro una marcada obsesión por la huida.
R. Sí, hacia donde sea. Voy de aquí para allá,
muchas veces no reconozco donde estoy. La escritura es mi manera de
quedarme. La palabra reemplaza cualquier lugar físico en mi caso.
P. ¿Sueñas, temes, añoras un espacio donde echar raíz?
R. No, tampoco tengo idea donde andaré en 20 años. En algún momento me gustaría volver a Colombia.
P. Ahora toca Harvard, ¿y eso qué es?
R. Para cualquiera, una experiencia dura y
enriquecedora. Entregas cuerpo y alma a todas horas. Dedico allí mi vida
24 horas a la poesía y a la literatura de todas las épocas en esas
bibliotecas. Nunca me ha pasado que pida un libro y no lo tengan. La
parte de manuscritos igual, a mí que me fascina Emily Dickinson, ¡tienen
todo guardado!
P. ¿A veces pides algo por probar si lo han catalogado o no?
R. Pues sí. Para hacer el doctorado, me convencieron enseñándome originales.
P. Dices: dedico allí mi vida a la poesía. ¿Se puede?
R. Vivir, sí. Mantenerse, no.
P. ¿Dejarías la poesía por amor?
R. No lo sé.
P. ¿Y esa madurez que desprenden tus versos?
R. A veces pienso que tengo el alma de una viejita
dentro. A menudo la vida lo pone a uno en lugares donde debe tomar la
perspectiva de algo distinto.
P. ¿Qué crees que te hace mayor de lo que eres?
R. La pérdida, el desarraigo. Una relación muy
particular con la palabra, la lectura de cuentos, de poemas, desde muy
niña, que me atraía, me arrastraba. O puede ser que también sea sólo mi
carácter.
P. ¿Y la música que tratas de abrazar en tu poesía?
R. A mí me parece que están muy relacionadas música y
poesía. El verso libre deja que cada poema venga con su propio son en
vez de al revés, como ocurre con las formas fijas, que imponen una
música para que luego entre el verso, eso a mí no me gusta, aunque se
puede ser bueno de cualquier manera.
P. ¿Qué pasa en Colombia?
R. Es un país muy complicado, espero que las cosas
mejoren, pero tenemos una violencia heredada de años. Soy muy optimista
con el futuro. Hay riqueza, creatividad, podemos ser felices.
P. ¿Dónde se esconde el genio?
R. En Góngora, Garcilaso, en García Márquez, en Juan
Rulfo. Los escritores buenos son muy tercos. Eso implica riesgo porque
sino nunca vas a saber si algo funciona o no a no ser que lo hayas
probado.
P. ¿Tercos en el lenguaje o en la vida?
R. En ambos. Yo lo soy, al menos, pero eso no quiere decir que me convierta en buena escritora.
P. La terquedad, entonces, condición indispensable… ¿Qué más?
R. Atreverse con la voz propia, al menos con lo que
tiene sentido para uno. Leer todo lo que se te atraviese o te hable para
ayudarte a mirar el mundo.
P. Dice Mark Strand, a quien citas: “El tiempo pasa y nuestros dolores no se vuelven poemas”. ¿Nunca?
R. No sé, de alguna forma, para seguirle la cuerda a
Strand, es tener claro que nunca sabes cuándo te va a llegar ese poema.
Hay una distancia entre lo que quieres decir y lo que eres capaz de
expresar. En medio queda el poema.
P. ¿La poesía es paradoja o no vale?
R. Sí, además, un poema puede sugerir sentidos distintos, contradictorios y convivir. Depende del lector.
P. ¿Te han comentado que la gloria que uno se gana joven sabe mejor que cuando pasan los años?
R. A mí me cuesta, porque soy tímida y no me gusta hablar de mí.
P. Mal camino el de la poesía entonces si no te gusta hablar de ti.
R. Me fascina escribir, no sé si sobre mí o sobre lo
que veo. Parte de un yo que mira, pero más de las palabras de ese yo,
que se transforma a través del lenguaje. Decía Pedro Salinas que después
del poema todo es más claro. Yo no lo sé, pero si se nota diferente.
-Entrevista realizada por Jesús Ruíz Mantilla y publicada el día 10 de Julio de 2015 en El País.-
Uno de los poemas de la obra premiada, "Contratono" (Visor Libros, Bogotá):
EMILY DICKINSON
Nací el mismo día que Emily Dickinson
casi dos siglos después
y las cosas han cambiado un poco
desde entonces
no tuve
su entereza ante el dolor
ni su oído sutil para las revelaciones
vivo en un edificio alto
donde no llegan los pájaros
sólo un ruido de sirenas
que no canta
es una ciudad inmensa
aquí todos somos Nadie
pero no hemos aprendido
a guardar el secreto:
al caminar regamos
nuestra nada en las esquinas
Nací con la piel oscura
en un país del trópico
y vine a buscarla a este estruendo
tan lejano de su voz
que se enredaba en las praderas
la imagino callando en los ladrillos
veo sus manuscritos de letras apretadas
como ramas de tinta negra
que se quiebran
en cualquier envoltura
en la lista de mercado
y se enlazan otra vez
para inventar el mundo
Nací un diez de diciembre como ella
y no traje ese silencio
sin embargo
gracias al conjuro
de repetir sus versos
mientras cambian los semáforos
estoy a flote
todavía
***
Contratono, XXVII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe a la Creación Joven. Visor libros. Bogotá – Madrid. 2015.
«La ley de nacionalidad de los sefardíes hace
justicia a los españoles sin patria».
Manuel Mira, autor de 'El
olivo que no ardió en Salónica'.
El 31 de Marzo de 1492 se firmó el Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada, la expulsión de los judíos de la Corona de Castilla y de la Corona de Aragón. Este Decreto fue redactado por la Inquisición, o más exactamente, por un inquisidor, concretamente por el inquisidor Torquemada. Fue formalmente abolido el 21 de Diciembre de 1969, es decir, 477 años después. Desde entonces, hasta la actualidad, ha habido numerosos gestos por parte de las autoridades españolas hacia las Comunidades sefardíes, pero no es hasta 2014 que se inician los trámites para conceder la nacionalidad, por carta de naturaleza (previa reforma del Código Civil) a todos los descendientes de los judíos expulsados en 1492. Quinientos veintitrés años después de la expulsión, la Historia devuelve el honor y la razón a quienes se vieron tan injusta e ignominiosamente tratados y expulsados.
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Decreto de Expulsión de los judíos de Aragón y Castilla: “Don Fernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios rey e reina de
Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Granada, de Toledo, de
Valencia, de Mallorca. . . duques de Atenas y Neopatria. Al Príncipe don
Juan, nuestro hijo, e a los Infantes, prelados, duques, marqueses,
condes. . . a los concejos, corregidores, alcaldes de todas las
ciudades, villas y lugares de nuestros reinos, y a las aljamas de los
judíos y a todos los judíos y personas singulares, de cualquier edad que
sean. . . salud y gracia. Sepades e saber debedes que porque Nos fuimos
informados que hay en nuestros reinos algunos malos cristianos que
judaizaban de nuestra Sancta Fe Católica, de lo cual era mucha culpa la
comunicación de los judíos con los cristianos , en las Cortes de Toledo
de 1.480 mandamos apartar los judíos en todas las ciudades, villas y
lugares de nuestros reinos, dándoles juderías y lugares apartados donde
vivieran juntos en su pecado, pensando que se remorderían; e otrossi
ovimos procurado que se ficiese Inquisición, . . por la que se han
hallado muchos culpables, según es notorio. Y consta ser tanto el daño
que se sigue a los cristianos de la comunicación con los judíos, los
cuales se jactan de subvertir la fe católica, que los llevan a su dañada
creencia. . . procurando de circuncidar a sus hijos, dándoles libros
para escribir y leer las historias de su ley. . . persuadiéndoles de que
guarden la ley de Moisés, faciéndoles entender que no hay otra ley nin
verdad sino aquella; lo cual todo consta por confesiones de los mismos
judíos y de quienes han sido pervertidos, lo cual ha redundado en
oprobio de la Fe Católica. Por ende, Nos, en concejo e parescer de
algunos prelados, e grandes e caballeros, e de otras personas de ciencia
e de conciencia, aviendo avido sobrello mucha deliberación, acordamos
de mandar salir a todos los judíos de nuestros reinos, que jamás tornen;
e sobrello mandamos dar esta carta por la cual mandamos. . . que fasta
el fin del mes de julio que viene salgan todos con sus fijos, de
cualquier edad que sean, e non osen tornar. . . bajo pena de muerte. E
mandamos que nadie de nuestros reinos sea osado de recebir, acoger o
defender pública o secretamente a judío nin judía pasado el término de
julio. . . so pena de confiscación de todos sus bienes. Y porque los
judíos puedan actuar como más les convenga en este plazo, les ponemos
bajo nuestra protección, para que puedan vender, enagenar o trocar sus
bienes. Les autorizamos a sacar sus bienes por tierra y mar, en tanto
non seya oro nin plata, nin moneda nin las otras cosas vedadas. Otrossí
mandamos a nuestros alcaldes, corregidores. . . que cumplan y hagan
cumplir este nuestro mandamiento. Y porque nadie pueda alegar ignorancia
mandamos que esta Carta sea pregonada por plazas e mercados”.
Dado en Granada, a treinta y uno de marzo de 1.492
Preámbulo Ley 12/2015, de 24 de Junio, de concesión de nacionalidad española a los sefardíes:
Se denomina sefardíes a los judíos que vivieron en la Península
Ibérica y, en particular, a sus descendientes, aquéllos que tras los
Edictos de 1492 que compelían a la conversión forzosa o a la expulsión
tomaron esta drástica vía. Tal denominación procede de la voz «Sefarad»,
palabra con la que se conoce a España en lengua hebrea, tanto clásica
como contemporánea. En verdad, la presencia judía en tierras ibéricas
era firme y milenaria, palpable aún hoy en vestigios de verbo y de
piedra. Sin embargo, y por imperativo de la historia, los judíos
volvieron a emprender los caminos de la diáspora, agregándose o fundando
comunidades nuevas sobre todo en el norte de África, en los Balcanes y
en el Imperio Otomano.
Los hijos de Sefarad mantuvieron un caudal de nostalgia
inmune al devenir de las lenguas y de las generaciones. Como soporte
conservaron el ladino o la haketía, español primigenio enriquecido con
los préstamos de los idiomas de acogida. En el lenguaje de sus ancestros
remedaban los rezos y las recetas, los juegos y los romances.
Mantuvieron los usos, respetaron los nombres que tantas veces invocaban
la horma de su origen, y aceptaron sin rencor el silencio de la España
mecida en el olvido.
La memoria y la fidelidad han permanecido a lo largo de los
tiempos en una numerosa comunidad que mereció el honor de recibir su
reconocimiento con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en
1990. Fue una decisión animada por el deseo de contribuir, después de
casi cinco siglos de alejamiento, a un proceso de concordia que convoca a
las comunidades sefardíes al reencuentro con sus orígenes, abriéndoles
para siempre las puertas de su antigua patria. El otorgamiento de este
premio había sido precedido, poco antes por un acontecimiento histórico:
la primera visita de un Rey de España a una sinagoga. Fue el 1 de
octubre de 1987 en el templo sefardí Tifereth Israel de Los Ángeles,
California.
En los albores del siglo XXI, las comunidades sefardíes del
mundo se enfrentan a nuevos desafíos: algunas quedaron maltrechas bajo
la furia de los totalitarismos, otras optaron por los caminos de retorno
a su añorada Jerusalén; todas ellas vislumbran una identidad pragmática
y global en las generaciones emergentes. Palpita en todo caso el amor
hacia una España consciente al fin del bagaje histórico y sentimental de
los sefardíes. Se antoja justo que semejante reconocimiento se nutra de
los oportunos recursos jurídicos para facilitar la condición de
españoles a quienes se resistieron, celosa y prodigiosamente, a dejar de
serlo a pesar de las persecuciones y padecimientos que inicuamente
sufrieron sus antepasados hasta su expulsión en 1492 de Castilla y
Aragón y, poco tiempo después, en 1498, del reino de Navarra. La España
de hoy, con la presente Ley, quiere dar un paso firme para lograr el
reencuentro de la definitiva reconciliación con las comunidades
sefardíes.
La formación en España de una corriente de opinión favorable a
los sefardíes proviene de tiempos de Isabel II, cuando las comunidades
judías obtuvieron licencias para poseer cementerios propios, por
ejemplo, en Sevilla y, más tarde, la autorización para abrir algunas
sinagogas.
Siendo Ministro de Estado Fernando de los Ríos se estudió por
la Presidencia del Gobierno la posibilidad de conceder, de manera
generalizada, la nacionalidad española a los judíos sefardíes de
Marruecos, pero se abandonó la idea por la oposición que se encontró en
algunos medios magrebíes. También es de justicia reconocer que en 1886, a
impulsos de Práxedes Mateo Sagasta, y en 1900 bajo la promoción del
senador Ángel Pulido, se inició un acercamiento hacia los sefardíes,
fruto del cual el Gobierno autorizó la apertura de sinagogas en España,
la fundación de la Alianza Hispano-Hebrea en Madrid en 1910 y la
constitución de la Casa Universal de los Sefardíes en 1920. Todo ello
reforzó los vínculos entre los sefardíes y España.
Históricamente, la nacionalidad española también la
adquirieron los sefardíes en circunstancias excepcionales. Ejemplo de
ello fue el Real Decreto de 20 de diciembre de 1924, en cuya exposición
de motivos se alude a los «antiguos protegidos españoles o descendientes
de éstos y, en general, a los individuos pertenecientes a familias de
origen español que en alguna ocasión han sido inscritas en registros
españoles y estos elementos hispanos, con sentimientos arraigados de
amor a España, por desconocimiento de la ley y por otras causas ajenas a
su voluntad de ser españoles, no han logrado obtener nuestra
nacionalidad». Se abría así un proceso de naturalización que permitía a
los sefardíes obtener la nacionalidad española dentro de un plazo que se
prolongó hasta 1930. Apenas tres mil sefardíes ejercitaron ese derecho.
Sin embargo, después de finalizado el plazo, muchos recibieron la
protección de los Cónsules de España incluso sin haber obtenido
propiamente la nacionalidad española.
El transcurso de la II Guerra Mundial situó bajo
administración alemana a aproximadamente doscientos mil sefardíes.
Florecientes comunidades de Europa Occidental y, sobre todo, de los
Balcanes y Grecia padecieron la barbarie nazi con cifras sobrecogedoras
como los más de cincuenta mil muertos de Salónica, una ciudad de
profunda raíz sefardí. El sacrificio brutal de miles de sefardíes es el
vínculo imperecedero que une a España con la memoria del Holocausto.
El Real Decreto de 20 de diciembre de 1924 tuvo una utilidad
inesperada en la que probablemente no pensaron sus redactores: fue el
marco jurídico que permitió a las legaciones diplomáticas españolas,
durante la Segunda Guerra Mundial, dar protección consular a aquellos
sefardíes que habían obtenido la nacionalidad española al amparo de ese
Decreto. El espíritu humanitario de estos diplomáticos amplió la
protección consular a los sefardíes no naturalizados y, en último
término, a muchos otros judíos. Es el caso, entre otros, de Ángel Sanz
Briz en Budapest, de Sebastián de Romero Radigales en Atenas, de
Bernardo Rolland de Miotta en París, de Julio Palencia en Sofía, de José
de Rojas y Moreno en Bucarest, de Javier Martínez de Bedoya en Lisboa, o
de Eduardo Propper de Callejón en Burdeos. Miles de judíos escaparon
así del Holocausto y pudieron rehacer sus vidas.
En la actualidad existen dos cauces para que los sefardíes
puedan obtener la nacionalidad española. Primero, probando su residencia
legal en España durante al menos dos años, asimilándose ya en estos
casos a los nacionales de otros países con una especial vinculación con
España, como las naciones iberoamericanas. Y, en segundo lugar, por
carta de naturaleza, otorgada discrecionalmente, cuando en el interesado
concurran circunstancias excepcionales. Como corolario, la Ley concreta
ahora que concurren aquellas circunstancias excepcionales a que se
refiere el
artículo 21 del Código Civil, en los sefardíes originarios
de España, que prueben dicha condición y su especial vinculación con
España. Asimismo determina los requisitos y condiciones a tener en
cuenta para la justificación de aquella condición. Con ello se satisface
una legítima pretensión de las comunidades de la diáspora sefardí cuyos
antepasados se vieron forzados al exilio. Entre la documentación
solicitada adquiere singular relevancia el certificado expedido por la
Federación de Comunidades Judías de España, en coherencia con el
contenido del Acuerdo de Cooperación con el Estado aprobado por la
Ley 25/1992, de 10 de noviembre.
Asimismo, es necesario proceder también, como complemento de lo anterior, a la reforma del
artículo 23 del Código Civil para evitar que al adquirir
la nacionalidad española deban renunciar a la previamente ostentada.
Hasta el momento, los sefardíes son los únicos a quienes,
concediéndoseles la nacionalidad con dos años de residencia se les
obliga a esta renuncia.
En definitiva, la presente Ley pretende ser el punto de
encuentro entre los españoles de hoy y los descendientes de quienes
fueron injustamente expulsados a partir de 1492, y se justifica en la
común determinación de construir juntos, frente a la intolerancia de
tiempos pasados, un nuevo espacio de convivencia y concordia, que reabra
para siempre a las comunidades expulsadas de España las puertas de su
antiguo país.
La norma se estructura en dos artículos, cuatro disposiciones
adicionales, una disposición transitoria y seis disposiciones finales.
“Dios descansó en las Islas Cíes el séptimo día tras crear el mundo“. Anónimo.
Según una leyenda local, Dios descansó al séptimo día de la creación
apoyado sobre Galicia. Las huellas de sus dedos formaron las Rías
Baixas y al sacudirse los restos de tierra
salpicó la costa de microarchipiélagos como Las Cíes, cinturón natural
que protege la entrada de la Ría de Vigo.
Declaradas en 1980 Parque Natural e incluidas desde 2002
en el Parque nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas
de Galicia junto con las Islas de Ons, Sálvora y Cortegada a lo
largo de las Rías Baixas, el archipiélago de Las Cíes
es el conjunto insular más emblemático de Galicia.
Lo forman
varios islotes menores y tres grandes islas: Monteagudo,
al norte; Isla del Faro, en medio y San Martiño,
al sur. La isla norte y la del medio están unidas por un rústico
camino de piedra (sedimentado sobre una cetaria de mariscos y crustáceos) que
cierra un pequeño embalse natural de agua salada conocido como A
lagoa dos nenos (la laguna de los niños) de gran valor
ecológico.
Pobladas
desde la Edad de Hierro, Las Cíes fueron documentadas desde la antigüedad:
para Herodoto son las Kassitérides, islas del estaño
de donde tanto fenicios como cartagineses extraían este metal. Para
el eminente geógrafo Claudio Ptolomeo eran las Islas de los
Dioses aunque sólo cuenta dos en su libro Iberia, y
para Plinio el Viejo eran Las Siccas o islas áridas. En la Edad
Media, estuvieron pobladas por campesinos y pastores de cabras e incluso
se fundó allí el Monasterio benedictino de San Estevo,
en la actualidad Centro
de Interpretación de la Naturaleza y Oficina
de Información. Entre los siglos XVI y XVII fueron asoladas
por piratas como Francis Drake, provocando su despoblación,
aunque se mantuvieron habitadas y a finales del siglo XIX había
120 personas censadas que trabajaban en fábricas de salazón.
Este número fue decayendo hasta la despoblación, hacia
1970. Sin embargo, paralelamente sus encantos naturales fueron atrayendo
desde la década de los 50 un turismo masivo que obligó a
protegerlas y a restringir el flujo de visitantes a 2.200 al día.
Las Cíes ocupan
más de 430 hectáreas asalvajadas y cinceladas por los embates del Atlántico
y la furia del viento norte. El resultado son unos espectaculares acantilados
salpicados con matorrales de toxos, jaras y silveiras; dunas de arena
fina con flora única como la camariña (pequeño arbusto de frutos blancos,
en peligro de extinción) y la armeria, hierba de enamorar, que las meigas
utilizaban para elaborar bebedizos mágicos, además de margaritas, gramíneas
y feo de playa (barrón, planta perenne que arraiga fácilmente en las
dunas).
Famosas por sus playas de arena blanca y mullida con aguas cristalinas
y gélidas, verdoseadas por bosques de algas que se pegan a las rocas
llenas de percebes, mejillones y erizos de mar, las aguas de Las Cíes
ocultan unos incomparables fondos marinos repletos de vida: anémonas,
camarones, centollas, meros, rodaballos y lenguados conviven en armonía
junto a restos arqueológicos.
Para su conservación, está prohibido la pesca submarina y para hacer
inmersiones se precisa un permiso especial. Mientras por el mar va el
mero, por la tierra corren conejos, lagartos y erizos. Condicionadas
por el clima, en las costas orientales los pinos y eucaliptos llegan
hasta la playa, mientras que en la vertiente oeste predominan abruptos
acantilados, refugio y morada de aves protegidas como la gaviota patiamarilla
(con su mayor colonia europea en las islas) y cormoranes.
Con el fin
de mantener a salvo toda esta fauna y flora autóctona, está totalmente
prohibido molestarles o tocarles, arrancar plantas y la entrada de animales
domésticos en las islas, salvo los perros guía.
Hallado un libro inédito de Pío Baroja sobre la Guerra Civil
'Los caprichos de la suerte' cierra la trilogía del autor sobre el conflicto
El manuscrito fue encontrado en Itzea, la casa familiar de los Baroja en Bera (Navarra)
Pío Baroja (centro) posa durante una reunión con familiares y amigos en su casa 'Itzea', en Vera, en 1955. / EFE
Con un hombre que viaja a pie de Madrid a Valencia mientras comprueba
los jirones de vida que España se ha dejado en la Guerra Civil empieza
la novela inédita de Pío Baroja,Los caprichos de la suerte. Con esta obra el escritor donostiarra (San Sebastián, 1872 - Madrid, 1956) cerraba la trilogía de la Guerra Civil española, Las Saturnales, iniciada con El cantor vagabundo y Miserias de la guerra,
publicada en 2006. Es el último hallazgo barojiano, encontrado en una
carpeta olvidada en los archivos de Itzea, la casa familiar de los
Baroja en Bera (Navarra), y que confirma tres elementos del escritor: su
obsesión por el conflicto español y las teorías sobre sus causas, la
presencia de un amor frustrado, habitual en su narrativa, y su estilo
directo y claro.
Un hallazgo que aparece unos 65 años después de haber sido escrito y
que será publicado en noviembre por Espasa, según informaba ayer el
diario ABC. El libro tendrá dos presentaciones: la primera es
la novela como tal con un prólogo posicional y la segunda en la
colección Austral, en edición no crítica pero sí filológica y con un
prólogo de José-Carlos Mainer sobre Baroja y la Guerra Civil. Mainer es
el encargado de esta edición y de las Obras completas del escritor en
Galaxia Gutenberg.
Los caprichos de la suerte confirma y amplía, según Mainer,
“la visión absolutamente negativa de la Guerra Civil. Baroja consideraba
que fue una barbaridad y que la culpa la tuvo en buena medida la
democratización de la política, y la politización de la sociedad
española, incluso la República, donde la gran víctima fue la burguesía”.
Es parte de la mirada de Juan de Oyarzun, aquel hombre que cruza
España a pie, y a través del cual se vislumbra la vida de Pío Baroja. Su
gusto por las caminatas y la observación de los paisajes y sus
descripciones impresionistas mezcladas de reflexiones. Y su obsesión: la
Guerra Civil. A medida que la novela avanza, los tintes autobiográficos
también lo hacen. De Madrid a Valencia, de Valencia a París, y luego a
América, un viaje que siempre tuvo en mente Pío Baroja.
Censura del franquismo
“No hemos descubierto El árbol de la ciencia, ni es una de
sus grandes obras, pero sí tiene un enorme interés para completar su
trilogía de la Guerra y sus reflexiones sobre la misma”, asegura
José-Carlos Mainer.
Como el mismo De Oyarzun, la trama de la nueva novela tiene tres estaciones, cuenta Mainer: nace y procede de Los caprichos del destino, una novela corta de comienzos de los años cuarenta; se desarrolla y finalmente se hace grande en el libro ahora hallado, Los caprichos de la suerte. De éste nacerán, además, dos nuevas obras barojianas: El hotel del cisne y Aquí, París.
La novela hallada, escrita entre 1948 y no más tarde de 1952,
seguramente fue creada en Madrid, pero apareció en Itzea, en aquel
caserón de tres plantas rodeado de árboles que Pío Baroja compró en 1912
a las afueras de Bera y cerca del arroyo de Xantelerreka, en Navarra.
Allí, en las carpetas organizadas por la familia, aguardaba esta
historia de la cual algo avanzaba ya Miguel Sánchez-Ostiz en 2006 en el
prólogo de Miserias de la Guerra: “No hay, que yo sepa, versión
final, sino tres paquetes de cuartillas mecanografiadas cosidas con
liza, perfectamente publicables porque apenas tienen (o necesitan)
correcciones”. Una publicación que el franquismo truncó. Hasta ahora.
Cuando en otoño aparezcan Los caprichos de la suerte, se
completará el proyecto literario y de pensamiento de Baroja. Si las dos
primeras partes están en el marco de la Guerra Civil, la tercera se
sitúa a comienzos de la posguerra y de la II Guerra Mundial.
El original de la novela inédita son unos folios manuscritos de
Baroja. Tradicionalmente, el escritor los pasaba luego a alguien para
que lo mecanografiara, muchas de las veces a José García Mercadal, según
recuerda José-Carlos Mainer. Y no eran cuartillas comunes. A Baroja le
gustaba que fueran mecanografiadas de manera apaisada, con lo cual cada
línea era más larga y permitía avanzar rápidamente al girar menos el
rodillo de la máquina. Son poco más de 200 hojas con muchas anotaciones,
apuntes y añadidos, cuya cuidadosa transcripción ha hecho Ernesto
Viamonte.
“Pío Baroja se pasó la posguerra escribiendo sobre la Guerra Civil y
ahora se completa su mirada y panorama”, afirma Mainer. Para el
catedrático, escritor y crítico, las tres novelas están interconectadas
más allá del tema central. Lo más barojiano de Los caprichos de la suerte,
cuenta Mainer, es la descripción del viaje inicial “con fuerza e
intensidad que no es fácil encontrar en el último Baroja por su enorme
sensibilidad del paisaje”. Es la mirada de aquel hombre que desde el
centro del país camina y camina mientras ve que la España del ayer
sombrío sigue ahí.
Se completa el corpus de Baroja
Que existía una trilogía, unos textos inconclusos, que se conservaban
en la casa de los Baroja en Bera, siempre se ha sabido. En 1972, año
del centenario del nacimiento de Baroja, en una exposición en la
Biblioteca Nacional, ya se mostraron algunas cuartillas, fragmentos de
esa trilogía. Ya entonces Andrés Amorós quiso publicar ese mismo año un
texto hallado y titulado Madrid y la revolución, a cuya publicación se opuso la familia. En la muy útil y documentada Guía de Pío Baroja. El mundo barojiano,
que editó el otro sobrino de don Pío, Pío Caro Baroja, ya se hablaba,
en el apartado de novelas inéditas, de algunos títulos escritos a
finales de su vida —el año que viene, 2016, se cumplen 60 años de su
muerte—, donde se encontrarían algunos de estos textos incompletos,
confusamente ordenados, y más delicados. Se decía en 1987, año de
aparición de esta Guía, que era propósito de
la familia “darlas a la lux con un estudio”. Algunos de estos libros se
han ido publicando en los diez últimos años en la propia editorial
familiar, Caro Raggio Editor, que lleva ahora el hijo de Pío Caro
Baroja. Y en 2006 apareció Miserias de la guerra (Alianza) y en noviembre llegará Los caprichos de la suerte (Espasa).
Es de esperar que la publicación de la novela inédita acabe por
completar el siempre vivo y complicado corpus narrativo de un autor que
frente a polémicas y leyendas sigue siendo estando vigente. Un escritor
siempre vivo y lleno de interés.
"Vive tu vida como si tu madre estuviera mirando, porque probablemente
lo esté haciendo: el fragmento de población que está creciendo con más
fuerza en Facebook es el de las mujeres de 55 a 65 años".
Eric Qualmann.
Extraído del blog de Pablo Fernández Burgüeño, abogado ejerciente, especializado en Derecho Tecnológico y de Internet. Socio cofundador del bufete Abanlex
Cuidado
con los términos de uso en Internet. Son cláusulas abusivas, las
tienes que aceptar SÍ o SÍ, si te quieres registrar. Nadie las lee y
todos las aceptan. ¿Cuándo llegará una entidad pública supranacional que regule y sancione estas prácticas abusivas?
Facebook ya tiene una ficha sobre ti, aunque no seas usuario la red social
Le ha llegado la hora a Facebook. Empezaré por lo más básico: Facebook tienen una ficha de tu abuelo, aunque tu abuelo no sea usuario de Facebook. Subes
una foto en la que estás con tu abuelo; subes otra y Facebook une caras
por medio del reconocimiento facial; en una publicación dijiste que tu
abuelo se llama ‘Juan’ y ¡Zas! Abuelo + Juan + 2 x foto +… Cuando te
creas una cuenta en Facebook, le autorizas para que extraiga información
de todos los contenidos que publicas, para que los una, para que los
reutilice…
Facebook trata igual los datos de niños de 13 a 17 años y de adultos de 18 o más años.
Autorizamos a Facebook para que recopile y analice:
Cada gesto que hacemos en su web. Desde la introducción de nuestro nombre y apellidos en el registro, hasta la frecuencia y duración de nuestras actividades.
La forma en que nos relacionamos con otras personas: con quién, cómo, cuándo, con qué frecuencia…
Facebook vincula a nuestra ficha la información que otras personas publican en la red social. En caso de que no exista tu ficha, Facebook igualmente la recopila y la prepara para ligarla a tu futura ficha. Facebook tiene información sobre ti, aunque no tengas cuenta en Facebook.
Autorizamos a Facebook para que analice y trate nuestra libreta contactos, con direcciones y datos personales de otras personas.
Cuando compramos a través de Facebook, autorizamos a la red social
para que sepa: qué hemos comprado, a quién se lo hemos comprado, qué
medio de pago hemos usado (¿bitcoins?), detalles de facturación, lugar
de envío, datos de contacto y otras muchas informaciones.
Cada vez que accedemos desde un dispositivo, autorizamos a Facebook para que sepa estos datos: Sistema Operativo que usamos, hardware, configuración del dispositivo, nombres y tipos de software, nombres y tipos de archivos, ¡carga de la batería!, intensidad de la señal, identificadores de dispositivos, ubicaciones del dispositivo por geolocalización GPS,
Bluetooth y wifi, información sobre la conexión (operador de telefonía
usado, tipo de navegador, idioma configurado, zona horaria, número de teléfono, dirección IP…)
Al navegar por Internet, si accedes a una página que muestra el botón “Me gusta”, son enviados a Facebook: Tu
dirección IP, tus datos de navegación… Esto sucede en las páginas y
servicios: con un botón “Me gusta”; con el inicio de sesión con
Facebook; que usan los servicios de medición y publicidad de Facebook; y
otros. Facebook también recibe datos de ti de uno de sus socios cuando
este y Facebook ofrecen servicios de forma conjunta; y de un anunciante
acerca de tus experiencias o interacciones. Facebook te conoce aunque no
hayas entrado nunca en la red social.
Estas son las empresas que envían datos datos personales de usuarios a Facebook:
Facebook comparte tus datos con: Los usuarios de la
red social; servicios de terceros; empresas del grupo Facebook;
servicios de analítica; prestadores de servicios; y socios de Facebook.
Facebook puede entregar todos tus datos a cualquier gobierno
del mundo sin pedirte consentimiento, sin avisarte y sin que lo llegues
a saber nunca (o llegándolo a saber en algún momento, infortunadamente).
A través de las cookies, Facebook sabe dónde estás,
qué velocidad de Internet tienes, qué navegador usas, qué dispositivos
estás utilizando para navegar, qué tipo de publicidad te atrae más y
otra mucha información.
Sobre tu contenido, ¿crees que no cedes nada a Facebook? Concedes una licencia no exclusiva, transferible, con derechos de sublicencia, libre de regalías y aplicable en todo el mundo para utilizar cualquier contenido de PI que publiques en Facebook
o en conexión con Facebook (“licencia de PI”). Esta licencia de PI
finaliza cuando eliminas tu contenido de PI o tu cuenta, salvo si el
contenido se compartió con terceros y estos no lo eliminaron”.
En cuanto a la normativa aplicable, nos sometemos a la del Estado de California,
EE.UU, además de tener que cumplir la normativa de España. Y, para
resolver problemas con Facebook, nos sometemos al Tribunal de Distrito
de los Estados Unidos para el Distrito del Norte de California o en un
tribunal estatal del condado de San Mateo.
Todo esto para las personas físicas. Si eres empresa, tendrás que tener cuidado,
además, con el cumplimiento de la normativa de protección de datos y de
cookies, principalmente. Recuerda: si eres una empresa española, eres responsable de elegir una tecnología que te permita cumplir la ley española.
El papa Francisco, el miércoles en el Vaticano. / Alessandra Tarantino (AP)
La primera encíclica de Francisco, Laudato si',
dedicada a la “deuda ecológica” contraída con nuestro planeta, ha
confirmado, si es que era necesario, que la Iglesia tiene hoy a su
frente a un Papa que se escapa a todos los esquemas del pasado. Nos
hallamos, en efecto, ante el obispo de Roma más diferente desde los
tiempos del apóstol Pedro.
Su primera encíclica, que coloca en un mismo abrazo a la fe y a la
ciencia, a Dios y a la Tierra y crea un nuevo pecado, el ecológico,
podrá hacer estremecer a no pocos católicos tradicionales.
Francisco, en vez de empinarse hasta los cielos con una encíclica
sobre Dios vociferando contra los pecados, contra la fe y la moral, ha
bajado hasta los infiernos de los detentores del poder que con su
avaricia por querer dominar la Tierra, según sus cálculos capitalistas,
prepararan para las nuevas generaciones un planeta “de escombros,
desiertos y suciedad”.
Para Francisco, al mejor estilo de los teólologosde la liberación,
condenados al ostracismo por sus antecesores por considerarlos más
volcados en lo humano que en lo divino, se coloca a sí mismo en la
versión más moderna de "teólogo de la ecología”, en expresión acuñada
por el brasileño Leonardo Boff.
La nueva encíclica quiebra paradigmas en la Iglesia que un día
condenó a Galileo y que vivió un largo divorcio de siglos con la ciencia
y los no creyentes. En ella, se da voz y credibilidad a los científicos
modernos más serios, prescindiendo de si son o no creyentes, empeñados
en demostrar que somos nosotros, con nuestra codicia y descuido, los
responsables por los graves cambios que ya se advierten en el planeta.
Leyendo con atención la nueva encíclica, queda claro que el Papa que
apostó desde el primer momento de su pontificado por la periferia pobre y
saqueada de la tierra, por la escoria humana, con clara y valiente
visión evangélica, sabe lo que se juega.
Sabe que la Iglesia se juega su presente y su futuro, su credibilidad
y la misma fidelidad a su mensaje original, no en las viejas teologías y
derechos canónicos, sino en la defensa de lo que es más nuestro como es
el planeta. Una riqueza que es social, que no debe tener dueños
definitivos, sino que pertenece a todos, especialmente a los que más
sufren las consecuencias de su explotación por los que se creen los
dioses intocables del poder.
Una encíclica que al abordar un tema fundamental que afecta a todos,
creyentes, agnósticos y ateos, ricos y pobres, por su interés universal y
los peligros que acechan a la humanidad entera, es a la vez la más
ecuménica de todas las hasta ahora proclamadas por un papa.
En un mundo huérfano de líderes mundiales capaces de imponerse por su
fuerza moral y de enfrentarse ante los tiranos como hizo Jesús con
Herodes, la arriesgada decisión del papa Francisco de dedicar su primera
encíclica no al cielo, sino a la tierra, condenando a los responsables
del nuevo holocausto ecológico, lo consagra como un gran líder mundial no sólo espiritual sino también social y hasta político.