"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

lunes, 18 de mayo de 2020

A QUIENES NOS ESPERAN, MÁS ALLÁ DE LAS ESTRELLAS

Os espero: No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
San Agustín.

Hemos amado con demasiado fervor a las estrellas para temer a la noche.
Epitafio en la lápida mortuoria de dos astrónomos aficionados.
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----A MI MADRE----








Betelgeuse, imagen capturada desde el radiotelescopio ALMA.




 Betelgeuse, "el hombro del gigante" Orión, el fiel pastor de anchos hombros representado en el cielo, guardián de las estrellas para los antiguos babilonios, se muere. Y este proceso comenzó en  la época en que el hombre en la tierra era cazador-recolector, es decir, desde hace unos diez mil años, cuando se pasó del Paleolítico al Neolítico. Ha acompañado a la humanidad desde los comienzos. Nació poco antes que el hombre (a escala universal) y ya está a punto de morir. En algún momento entre hoy y los próximos cien mil años, la estrella se consumirá y estallará. Como si se tratase de una flor entre dos abismos. La explosión la convertirá en una hermosa nebulosa, creando átomos de oro y plomo. La amiga de los exploradores habrá llegado al final de su camino.
Los seres humanos, nacidos en definitiva de las estrellas y que de momento estamos habitando ahora un mundo llamado Tierra, hemos iniciado el largo viaje de regreso a casa. Las estrellas, esos soles poderosos a años luz de distancia en la infinitud del cosmos, nos aguardan al final de nuestro viaje. Desde la infinidad de lo muy pequeño hacia la infinidad de lo muy grande, la vida continuará sin nosotros. Estaremos lejos, pero nuestras almas, eternas viajeras, se habrán reencontrado  con aquellos que llegaron antes que nosotros y que, esperantes, sabedores de que, más tarde o más temprano - el tiempo es una ilusión-, al igual que las estrellas, nos consumiremos y nuestro ser pasará a fundirse en la bellísima y fantasmal luminosidad de las nebulosas.