"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 6 de mayo de 2018

UBI SUNT?

¿Dónde están?

Según antigua costumbre del campo gallego, cada cual daba al muerto recados para el otro mundo o le recordaba episodios vividos en común o le expresaba su cariño. Para esta vieja raza celta, inmemorialmente espiritualista, el alma del que se va está aún allí, entre ellos, escuchándolos con la tristeza de la separación, anotando en su memoria turbada los encargos de los que se quedan, murmurando un "¡adiós, adiós!", que cada uno oye dentro de sí como una respuesta. El candor del pueblo da un acento especial a su idea de que la muerte no es desaparecer, sino ausentarse.
Wenceslao Fernández Flórez. El Bosque Animado. 

Con miembros firmes y cerebros brillantes
el alma vieja emprende el camino de nuevo
John Masefield. Cranston y Williams. 

Llévame de lo irreal a lo real.
Llévame de la oscuridad a la luz.
Llévame de la muerte a la inmortalidad.
Upanishads. 

Las almas (mónadas) deben volver a sumergirse en la sustancia absoluta de donde emergieron
El Zohar.

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"Zozo", junto a la tumba de su dueño. 


 La idea de la reencarnación aparece frecuentemente en el pensamiento occidental fuera de cualquier contexto religioso. Comenzando por Pitágoras y Platón, personas como David Hume, Ralph Waldo Emerson, Henry Thoreau, Benjamin Franklin, J.W. von Goethe, creían en la reencarnación. Goethe escribió en De Song of the Spirits over the Waters:

El alma del hombre es como el agua;
del Cielo vino,
al Cielo se elevó,
y después retornará a la Tierra,
alternando por siempre jamás.

Y Franklin escribió para su propio epitafio, cuando sólo contaba veintidós años:

 El cuerpo de B. Franklin,
Impresor,
como la cubierta de un viejo libro,
sus contenidos desgarrados
y
despojados de sus letras y sus adornos,
yace aquí,
alimento de gusanos,
pero la Obra no se perderá,
pues, como él creyó,
aparecerá una vez más
en una nueva y más elegante edición
revisada y corregida
por el Autor.

 
¿Existe un alma capaz de sobrevivir a la muerte y de transmigrar de un cuerpo a otro? Aparece una entidad silimar al alma, la mónada cuántica, que media en la reencarnación. Tanto la idea cristiana de la eternidad en el cielo como la idea oriental de la liberación se refieren, en esencia, a una escena de inmortalidad del alma.
La mónada no puede hacer registros de vidas encarnadas, porque es inmutable. Dice el filósofo Ken Wilber acerca de esto: "Es el alma (mónada), y no la mente, la que transmigra. De ahí que el hecho de que la reencarnación no se pueda demostrar apelando al recuerdo de vidas pasadas es exactamente lo que cabria esperar: los recuerdos concretos, las ideas, los conocimientos, etc., pertenecen a la mente, y no transmigran. Todo eso queda detrás, con el cuerpo, en el momento de morir. Quizás unos cuantos recuerdos concretos puedan escabullirse de vez en cuando, como en los casos registrados por el profesor Ian Stevenson y otros, pero se trataría más bien de la excepción más de la regla. Lo que transmigra es el alma, y el alma no es un conjunto de recuerdos, de ideas y de creencias".
En las culturas donde se acepta la reencarnación el miedo a la muerte se debilita considerablemente. La persona sabe que no morirá, sino que regresará. En definitiva, la muerte se contempla como un largo sueño. El poeta Walt Whitman, un experto en la reencarnación, expresaba así el mismo sentimiento:


Sé que soy inmortal,
sé que esta órbita mía no puede ser eliminada por el compás del carpintero...
Y sea que entre hoy en posesión de lo que es mío, o lo haga dentro de diez mil años o de diez millones,
puedo tomarlo alegremente ahora o, con la misma alegría, esperar...
Me río de lo que llamáis disolución
y conozco la amplitud del tiempo...
¿Qué significa existir en una forma?
(Damos vueltas y vueltas, todos nosotros, para volver siempre al mismo sitio.)...
Creo que volveré a la tierra pasados cinco mil años...






Fuentes:

-Dr. Amit Goswami: La Física del Alma. Ediciones Obelisco, Barcelona, 2008.