"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

jueves, 28 de septiembre de 2017

ACERCA DE LOS ORÍGENES HISTÓRICOS DE NUESTRA BANDERA.


"La multitud ha sido en todas las épocas de la historia arrastrada por gestos más que por ideas. La muchedumbre no razona jamás".
Gregorio Marañón.

"El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad".
Albert Einstein.

"Rutinario, discreto, austero...Carlos III hizo de la Corte española la más aburrida de Europa. Pero también equilibró las arcas, favoreció a las clases populares y construyó edificios como el Museo del Prado".
Juan Eslava Galán.

"Barcelona es preciosa. Una lástima que esté en Cataluña".
Manuel Fraga Iribarne.

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Carlos III, el rey más aburrido de Europa:

Carlos III, al que llamaban el "rey tranquilo", también conocido como "el rey más aburrido de Europa", fue el creador de nuestra bandera actual: Hasta Carlos III, la bandera española había sido la de la Casa de Borbón, completamente blanca, pero en 1785, decretó que sus navíos de guerra usaran una nueva bandera roja y gualda para evitar que los ingleses los cañonearan si los confundían con los de otros Estados borbónicos enemigos de Albión. Esa bandera, desde 1843, sería la oficial de España y lo ha seguido siendo hasta nuestros días, excepto durante los años de la Segunda República, en los que se sustituyó por otra con la franja inferior morada, erróneo recordatorio de la supuesta bandera de los comuneros castellanos que se alzaron contra Carlos V. En realidad, el pendón castellano del que tomaron la idea era rojo, pero con el tiempo se había descolorido hasta parecer morado.

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Banderita, tú eres roja:

Carlos III trajo de Nápoles experiencia y ministros. Y por cierto, también la bandera española actual (oficial desde 1843), la roja y amarilla (que los cursis dicen "gualda"), con la franja central el doble de ancha. Hasta Carlos III, la bandera española había sido la de la casa de Borbón, completamente blanca, color nada sufrido, pero práctico, porque cualquier sábana servía. En 1785, siendo rey de Nápoles, Carlos adoptó la roja y amarilla para sus navíos de guerra, que, hasta entonces, se confundían fácilmente con las de los otros Estados borbónicos, España incluida, y ello le acarreaba disgustos.
Algunos extranjeros encuentran nuestra bandera un tanto estridente. Se echa de ver que su primer uso fue destacar para evitar que los enemigos naturales de los Borbones, que dominaban el mar, estragaran la parca flota napolitana. Luego, se le añadió el escudo de armas real con las lises borbónicas. La Primera República (1873) la mantuvo, aunque cambiando la corona real del escudo en corona mural, pero la Segunda República (1931) sustituyó la franja roja inferior por una morada y emparejó la anchura de las tres franjas. Como en su momento se dijo, escogieron el morado en memoria de los comuneros que combatieron por las libertades del pueblo contra Carlos V bajo el pendón morado, o eso creían ellos. En realidad, los pendones comuneros eran la enseña medieval castellana, es decir, rojo grana o carmesí. El morado que los republicanos adoptaron por error era, en realidad, el color del pendón del conde duque de Olivares. No es que tenga mayor importancia.
Aparte del diseño de la bandera, Carlos III tuvo el acierto de rodearse de ministros competentes que le hicieran el trabajo mientras él cazaba ciervos y perdices.
Los ilustrados soñaban con un país autosuficiente y, sobre todo, capaz de fabricar los productos manufacturados que las colonias americanas demandaban. Se habían propuesto recuperar un mercado invadido por los extranjeros y financiar con esas ganancias el desarrollo español. Contaban a su favor con una notable recuperación demográfica, que se operó a lo largo del siglo, así como un desarrollo paralelo de la agricultura.
La economía nacional creció. ¿Podríamos equipararnos a las naciones más poderosas de Europa? ¿Podríamos recuperar nuestro prestigio y nuestra potencia? Para alcanzar aquella utopía, el gobierno se fijó dos objetivos: orden y economía, nada de dispendios inútiles, y paciente eliminación de los estorbos y antiguallas que atoraban las acequias del progreso, especialmente los privilegios medievales de la devastadora Mesta, que mantenía postrada la agricultura. Había, también, que acabar con los encallecidos prejuicios hidalgos contra el trabajo manual. Un real decreto declaró que el trabajo manual no deshonraba a nadie (1783). Pero los medios no estuvieron a la altura de las intenciones. Ya se sabe lo difícil que es redimir para el trabajo a un vago de alcurnia. El mismo fracaso cosechó el gobierno cuando intentó hacer trabajar al otro estamento gandul de la sociedad, a los mendigos.
Los ilustrados apoyaban la libre empresa, que la gente pudiera enriquecerse sin trabas de clase o comerciales, porque de este modo el Estado se enriquecería con ellos. Pensaban que el beneficio de los particulares redundaría en el procomún, una ideología liberal plenamente moderna. Querían, además, producir una sociedad culta y libre de prejuicios, en la que cada cual viviera en perfecta libertad de conciencia. La traza era buena, pero las reformas sociales y económicas que proponían se estrellaron contra la inercia de la sociedad española, con el sopor secular de sus clases.
 
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"Carlos III cazador". Francisco de Goya. 1786.

Fuentes:

http://www.xlsemanal.com/conocer/20170208/carlos-iii-el-rey-mas-aburrido-de-europa.html

Eslava Galán, Juan: Historia de España contada para escépticos. Colección Booket Divulgación Histórica, Editorial Planeta, Barcelona, 2012. 


viernes, 22 de septiembre de 2017

REGRESA, UNA VEZ MÁS, LA NOBLE Y PACÍFICA DECADENCIA OTOÑAL ...

"Pensar que en esta vida las cosas de ella han de durar siempre, en un estado, es pensar en lo excusado; antes parece que ella anda todo en redondo, digo, a la redonda: la primavera precede al verano; el verano, al estío; el estío, al otoño, y el otoño, al invierno, y el invierno, a la primavera, y así toma a andarse el tiempo con esta rueda continua; sola la vida humana corre a su fin ligera más que el viento, sin esperar renovarse si no es en la otra, que no tiene términos que la limiten".

Miguel de Cervantes. El Quijote. 

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Tramo de la carretera hacia la antigua estación de Gobantes. Campillos (Málaga), otoño de 2016. Foto realizada por Noelia Rodríguez Padilla.












OTOÑO
Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.

Juan Ramón Jiménez.