"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

sábado, 19 de agosto de 2017

"HISTORIA DE UNA FINCA": EL FLUIR DE LA VIDA ALREDEDOR DE UN CORTIJO ANDALUZ.

"Buena parte de la historia de Andalucía es la historia de una serie de familias de diversas razas que irrumpieron en ella con sus costumbres, con su idiosincracia, y terminaron, con los años, volviéndose andaluces absolutos. En el XVII por ejemplo, fueron mercaderes genoveses, flamencos y portugueses, que construyeron los palacios con escaleras de mármol rosa y pasamanos de ácana del Puerto de Santa María. En el XVIII, ingleses, franceses, irlandeses, que venía a Jerez al aroma del vino; y sobre todo, los indianos que tornaban de América atiborrados de pesos fuertes, y reproducían en Sevilla, exactamente, sus casas de La Habana y Santo Domingo, con sus palmeras, sus esclavas, sus abanicos de marfil y sus vajillas de plata. Pero en el XIX, las familias llegadas pertenecían casi todas a la propia península. Primero los vascos. Casi todos trajeron dinero contante y sonante, compraron tierras y casaron con las muchachas del país. Hoy la mitad de las familias más ilustres de Andalucía llevan un apellido originario del Norte. Después vinieron los catalanes a los negocios del corcho y los santanderinos que, en un santiamén, dominaron todo el comercio válido, desde las tascas con gato negro y surtidor de sidra de Cádiz, hasta las más lejanas tiendas de tejidos de las callecitas entoldadas de Sevilla. Los chicucos traídos por los dueños, vivían en un régimen colegial; comían por turnos, dormían cerca del mostrador y estaban pálidos de no salir a la calle, como velas de estearina. Por último, a finales de siglo, llegaron los sorianos. Muchos venían a pie, con el hato en la espalda. Pero eran trabajadores honrados, infatigables, y la fortuna les siguió en una tierra donde para alimentarse basta con salir al sol".

Historia de una finca. Capítulo IV.

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Don Santiago, el Mayorazgo; doña Gertrudis, doña Carmen, don Bartolomé, los hermanos Carrasco, José, Fernando, Mauca y Pedro, Gregorio, Jeromo,... Estos son los personajes principales de la novela "Historia de una finca" (1958), escrita por los hermanos José y Jesús de las Cuevas Velázquez-Gaztelu que, aunque madrileños de nacimiento, residieron la mayor parte de sus vidas en Arcos de la Frontera (Cádiz). La finca o, más bien, el cortijo andaluz omnipresente en la novela, aparece descrito por Pascual Madoz en su conocido diccionario decimonónico, donde éste lo ubica junto al camino de Jerez a Bornos. Se trata de una finca  extensa, de mil quinientas fanegas de tierra, cuya nota simple aparece al completo al comienzo de la obra. Considerada por la crítica literaria como la mejor novela escrita sobre el campo andaluz, esta pequeña novela (190 páginas en la reedición de 2002 para el diario ABC), es una pequeña joya literaria, por los valores e ideales que pretende transmitir (defensa de la institución de la familia, como pilar fundamental de la sociedad, la honradez, el honor, la amistad, el amor por la tierra y por nuestras raíces, por lo auténtico, por la naturaleza, por la tierra andaluza). Es el relato de los hechos acaecidos en el Cortijo San Rafael, en el transcurso de las vidas de todos los propietarios que va teniendo a lo largo de los años, desde el siglo XVIII hasta el XX, pues la finca va pasando por distintos dueños, ofreciendo una descripción detallada de los cambios que se producen en los modos de producción tradicionales y su paso a métodos modernos (las primeras máquinas cosechadoras, tractores oruga y de ruedas, arados, remolques,etc.). De una prosa sencilla, elegante y muy rica en los términos y expresiones más empleados entre los campesinos y labradores del campo andaluz de la época, la novela se lee de un tirón, es muy entretenida y emociona a veces, como cuando Pedro (marido de Mauca, hija de José), ingeniero agrónomo, va rememorando a todos los anteriores propietarios o "amos" de la finca San Rafael, tras conocer la noticia de que acababa de ser padre por primera vez ("en un segundo le vinieron a la memoria los hombres, las mujeres de la familia cuya vida se diluyera dentro de aquel universo de la finca, cuyas fronteras, aunque no se veían, existían") o cuando don José (suegro de Pedro), en su despedida del cortijo, se inclinó, cogió un puñado de tierra con la mano, y la besó apasionadamente.
Todo cambia y se transforma, excepto el poder de la tierra, el solar de la familia de donde ésta saca fuerzas para seguir luchando.





























Los hermanos José y Jesús de las Cuevas, académicos de la Academia San Dionisio, de Jerez de la Frontera, el día 9 de Octubre de 1973.
















Fuente:

-DE LAS CUEVAS VELÁZQUEZ-GAZTELU, JOSÉ Y JESÚS: HISTORIA DE UNA FINCA. COLECCIÓN BIBLIOTECA AL SUR. DIARIO ABC. EDICIONES LIBANÓ,2002, BARCELONA.

- http://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-andalucia/resumen.do?id=i170977